viernes. 29.03.2024
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Los barroseros en una de las casas de la población.

Un martes más, La Barrosa ha recorrido las calles de Abejar en el rito carnavalesco que año tras año se repite un día antes del Miércoles de Ceniza. Se da cumplida cuenta de la tradición en la localidad pinariega en la que uno de los quintos de cada año porta un armazón de madera, que sirve de disfraz y que simboliza una res de vacuno, de color blanco, y de cuyo cuerpo van prendidas cintas de diversos colores. La cara del animal está pintada, si bien los cuernos son auténticos. El joven acompañante, al igual que el otro o los otros mozos en su caso, visten también de blanco, con fajín de color bermejo y tocados con un pequeño sombrero al uso del cordobés. Protegen sus tobillos con polainas de cuero.

Este año, los barroseros son Miguel Arroyo y Darío Ruiz, quienes han recogido las viandas aportadas por los vecinos. Ellos son quintos en este 2015, y dan continuidad a esta tradición ancestral cuyos orígenes son causa de estudio para muchos investigadores y antropólogos.

A partir de las diez de la noche, se hace el rito del sacrificio de La Barrosa, y tras el disparo simbólico de los cazadores al aire, a los barroseros se les tumba en dos tapiales, y se les hace 'viajar' en el salón por varias vueltas sucesivas. Al final, se acaba degustando el vino que simboliza la sangre de La Barrosa, y los barroseros bailan el primer pasodoble con sus madres respectivas.

Darío y Miguel dan vida a La Barrosa en Abejar