El Vía Crucis de Molinos, una cita que se consagra con los años y que atrae a numeroso público

Comenzará a las seis de la tarde y contará con la participación de en torno a medio centenar de vecinos.

El realismo del Vía Crucis viviente que se realiza en el municipio de Molinos de Duero hace que cada en edición varios miles de personas acudan a esta localidad en la tarde de Viernes Santo, para disfrutar de este acto lleno de pasión que se ha convertido en una de las citas clave de cada Semana Santa en la comarca de Pinares y que se ha hecho un importante hueco en la provincia de Soria.
Comenzó exactamente hace diecisiete años, en el año 2006 y se suspendió en dos ediciones por culpa de la pandemia, pero se retomó con fuerza demostrando que es un acto imprescindible para esta localidad. 
Nació como una iniciativa sociocultural y con la participación de algunos vecinos y, a día de hoy, es ya uno de los actos marcados en rojo en el calendario festivo de este pueblo pinariego. La escenificación que se realiza llega a conmover, a emocionar y, sobre todo, a sorprender.
Participan en torno a medio centenar de vecinos que por un día se convierten en actores. Llevan a cabo un recorrido que comienza desde la plaza mayor hasta la ermita del Santo Cristo, a 500 metros del pueblo y volver. 

Siempre se realiza el mismo recorrido, puesto que en esta senda hay cruces de piedra y en cada una de ellas se para la procesión para escenificar los distintos pasos.
Romanos, tamborileros, esclavos, carros... irán avanzando hasta llegar a la Plaza Mayor. Una escenificación que tendrá una duración de en torno a una hora u hora y media. 
Asegura el alcalde de la población, Miguel Bonilla, que el Vía Crucis de Molinos de Duero es “uno de los días en los que se llena el pueblo, una de las jornadas más importantes del año junto con las fiestas. Un Vía Crucis que sin duda gustará de nuevo a quienes ya lo hayan visto y que sorprenderá a los que nos visiten por primera vez”, señala.
Molinos de Duero es la única localidad de Pinares-Soria donde se lleva a cabo un Vía Crucis viviente y concretamente es la escenificación que realizan los vecinos convertidos en actores, -sobre todo la de la persona que representa a Cristo-, lo que hace que este momento se convierta en algo muy especial. Sorprende mucho el realismo con el que encarna el papel de Jesús.
Además, el momento se entremezcla con los colores del atardecer culminando con la imagen de Cristo crucificado ante el silencio del multitudinario público. Unos instantes que cada año emocionan a los presentes. 
Sin duda, un Via Vrucis que cada año se conoce más y que gana mayor número de adeptos.