El regalo (I)

Los minirrelatos de Patty

El abuelo se fue a Alemania en los años 50. Estuvo bastantes años allí, y volvió cuando ya mi padre y mis tíos eran mayores. De hecho, si no recuerdo mal, volvió para la boda del mayor de mis tíos. Y ya se quedó.

Él había cogido mucha experiencia allí y eso se valoraba mucho aquí. Además hablaba perfectamente alemán y un poco de inglés. Gracias a eso, a su vuelta, encontró trabajo enseguida en una editorial, traduciendo textos, un trabajo poco común por aquel entonces y bien pagado, que les permitió vivir por fin más holgadamente, sin tener que racionar los escasos ahorros que llegaban de Berlín los años anteriores.

Al abuelo le gustaba contarnos historias y anécdotas de sus años allí: que se bebía una cerveza muy buena, pero que él echaba de menos el vino; que los alemanes eran muy cuadriculados a la hora de hacer las cosas; que no le gustaba cenar tan pronto…

Pero su historia favorita era la del paquete perdido. Durante su estancia en Berlín, solía mandarle a la abuela algunas cosas: algún alimento típico, algo de ropa para los chicos o algún juguetillo para ellos… Rara vez le enviaba a la abuela algún detalle porque ella solía quejarse de que no le hacía falta nada, y no quería que el abuelo gastara en ella. Prefería que mandara algo para los niños o para algún familiar que pudiera necesitarlo.

Sin embargo, aquella vez el abuelo se saltó la norma. Se acercaba su aniversario de boda y, al pasar por una joyería que cerraba por jubilación, vio un precioso colgante de oro a un precio muy rebajado. Era un bonito corazón dorado con una circonita brillante. Lo envolvió con cariño y lo dejó en la oficina de correos.

Pero nunca más se supo. Pasaron los días, las semanas, los meses… el abuelo esperó que la abuela le escribiera diciendo que lo había recibido, pero aquello no pasó.

Poco a poco se fue olvidando del envío, dándolo por perdido. Qué rabia le daba que no hubiera llegado, con lo bonito que era…

Continuará…