EL TIEMPO HIZO MODIFICAR LOS PLANES PARA MUCHOS DE LOS QUE HABíAN APOSTADO POR COMER AL AIRE LIBRE

La comarca celebra el Día de Revenga

Saludo de pendones y cruces.

La lluvia no impidió la celebración de los actos centrales del mediodía. El presidente de la Diputación, César Rico, y el delegado de la Junta en Burgos, Baudilio Fernández-Mardomingo, estuvieron acompañando a los representantes locales de Quintanar, Canicosa y Regumiel de la Sierra.

Ese día, siempre amanece más deprisa. Días antes, se va engalanando la pradera, montando los chiringitos, preparando la ermita, y…, ella impertérrita nos mira con gesto amigable. Este año sí. 

Comienza a llegar la gente de los pueblos, entre el aire señorial, de etiqueta, y el gusto tradicional, montuno y serrano. A las doce horas, se saludan las Cruces y los Pendones de las tres villas condueñas del Comunero como dicta la tradición, con Canicosa, Quintanar y Regumiel de la Sierra.

Entre el murmullo y la devoción, a la Virgen de Revenga se le saca de la ermita a las y cuarto del mediodía para ir en procesión en compañía de la música de Banda, de la solemne. Huele a primavera a fiesta, a espliego y a monte, al dulce de la almendra y a verde y a flor.
A las 12.30 da comienzo la ceremonia eucarística en el interior de la ermita. Empieza el concierto, y se baila la jota. Un serrano le pidió, entre la indumentaria roja, negra, y de variados tonos que lucen ellas, con el pelo recogido y la mirada altiva.  También empieza a llover, y si al principio, el agua no ahuyenta la fiesta, poco a poco la gente se va refugiando en el porche de la Casa de Revenga, o en los toldos de los chiringuitos. Nuevos planes. Pensábamos comer en los alrededores, pero hay que buscar sitio con techado.
Aperitivo, vinito y cerveza, vermú. El amor de una serrana, el encuentro de la tarde, los apasionados saludos, las largas conversaciones, la bebida que corre por los chiringuitos y, sobre las seis de la tarde, el Rosario y la misa vespertina. Batukada y percusión para animar la tarde.A las ocho el saludo de cruces. Anochece, y se queda la pradera, verde y habladora, ahíta de primavera. Y la Virgen se lo dio.