Abuelos y abuelas

Los “tardíos” en edad constituimos una gigantesca copa de árbol con ramaje variopinto: ramas enhiestas, saludables, hendidas, rotas, desgarradas… A través de un tronco enteco llega la savia a sus hojas que responden a la necesidad de subsistencia. Dan cobijo y atraen a las nubes que riegan nuevos rebrotes hasta alcanzar el abrazo con las ramas añejas.

Los “tardíos” en edad constituimos una gigantesca copa de árbol con ramaje variopinto: ramas enhiestas, saludables, hendidas, rotas, desgarradas… A través de un tronco enteco llega la savia a sus hojas que responden a la necesidad de subsistencia. Dan cobijo y atraen a las nubes que riegan nuevos rebrotes hasta alcanzar el abrazo con las ramas añejas. No importa la clase de vida que se guarece bajo su sombra; nadie es indiferente y a todos beneficia.  El árbol de copa ancha y voluminosa de los abuelos olvida el significado de la familia tradicional y acoge por entre sus raíces a los pequeños retoños, savia de otras savias, hasta que, algún día, los cuidadores de este bosque que se llama sociedad, abran un hueco al sol en la oscuridad de sus vidas.

Los abuelos cuentan en positivo en las arcas del Estado. Una sola generación ha dado el salto gigantesco desde el puchero en la lumbre, el agua en los cántaros, la pizarra y el pizarrín y la enciclopedia Alvarez hasta saber manipular toda suerte de artilugios tecnológicos e informáticos para cuidar a los nietos y jugar y aprender a la vez que eso que llamábamos progreso y bienestar ha cambiado de carril. Ahora toda esa prosperidad gira en torno a unas ciénagas de lodos y barros paralizantes, huellas abandonadas por aquellos que se llevaron los tesoros asignados para el reparto solidario de los seres humanos. Ellos, los corruptos, viajan en su vagón de primera ojeando desde la ventanilla el paisaje del paro, de los desahucios, de los contratos indecentes… Nos dicen, entre otras vaguedades, que van a pasar los revisores del tren –auditorías- para defender su inocencia y su honestidad, pero como son invitados, no llevan billete. ¿Dónde andala Justicia?

 Taro Aso, ministro japonés de finanzas ha declarado que “los mayores deben darse prisa y morir para aliviar los gastos del Estado en su atención médica” Me suena algo: recortes en Sanidad, copago recetas…No sé.

Guadalupe Fernández dela Cuesta