Hechos sí, demagogia no, por Julián Chapero

 A juzgar por las declaraciones de los portavoces de la Junta de C. y L., el tema despoblación rural, no pasará de la lucha dialéctica en busca de votos. 
 

 


   Ante esta lamentable  situación, me permito exponer uno de mis puntos de vista para intentar volver la añorada y perdida vida a nuestros pueblos. 
   Sabido es, que en la década de 1.960, la proyección del Gobierno con su Plan de Desarrollo  y a través del INI., centró el 80%  de su inversión en Cataluña (incluido Seat), País Vasco y Madrid. Obligaron a emigrar a estos lugares a extremeños, andaluces y castellanos.  El resto, quedó en el pueblo produciendo artículos de primera necesidad y sin medios, ni orientación para transformarlos y comercializarlos.  
   Es evidente que la política de Franco no fue acertada.  Además de discriminatoria, ha creado  problemas de  masificación humana, contaminación y calidad de vida insana en las grandes urbes.   Por tanto,  procede, urgentemente, revertir aquella orientación política y establecer el necesario equilibrio. 
   Los parches y  las ayudas puntuales a modo se limosna, no es el camino. La gente se instala donde hay riqueza y vida. Es por ello que, las futuras industrias y demás fuentes de riqueza, deben instalarse, a partir de ya, únicamente en el mundo rural. Que los funcionarios, residan obligatoriamente allí donde prestan su servicio público. Que se promulguen medidas políticas de alcance y visión de futuro,  para restaurar  los miles y miles de casas solariegas existentes en todos y cada uno de los pueblos de España,  etc. etc.  Y,  pegas las justas. Sabemos que el avance tecnológico actual, ya permite que muchos estudios de profesionales,  los dedicados a la investigación, centros de distribución de mercancías y otros movimientos comerciales vía Internet,  pueden desarrollarse desde cualquier puto alejado de la gran ciudad. 
   De no ser así y vista la insolidaridad de las “autonomías” de primera;  propongo constituirnos  en comarcas naturales e independientes, con puestos aduaneros incluido, para cobrar a aquellos turistas, cazadores,  seteros o a los que simplemente vengan a respirar nuestro oxígeno puro; de igual manera que los de pueblo pagamos por aparcar, por estudiar nuestros hijos, por acudir al médico especialista o por asistir a actos culturales, etc..  ¡Basta ya!.  Solo somos iguales ante la ley  para pagar impuestos que, para más Inri, luego se invierten  en circunvalaciones y obras faraónicas en beneficio de unos pocos.