¡Feliz Añavidad¡, por María Sainz de Baranda

María Sainz

¿Cómo? ¿Añavidad? ¿Y qué es eso? Ahora lo explico.

 

 

¿Cuántas veces hemos oído eso de “¡Feliz Navidad!” como una coletilla sin sentido? Muchas personas responden de esta manera:

 

-Odio la Navidad, ya sabes que no me gusta nada de nada. Solo espero que pase pronto.

-¡Pues a mí me encanta! Además, son vacaciones.

-Serás tú, el resto trabajamos.

-¡Touchée! Pero aun así, siempre me han hecho sentir bien, a pesar de todo.

 

Navidad:

Odiada o amada, a partes iguales y con la misma intensidad. Provocas sentimientos dispares y extremos. Todo depende de las experiencias que vivimos a tu paso. ¡Qué daño ha hecho el cine contigo!. Idealizamos tu breve tiempo, como si prácticamente fuera una época de milagros milagreros, además, obligados. La justicia, la bondad, la paz y el amor parece que tienen que triunfar sobre las humanas pasiones que nos arrastran el resto del año. Y yo me pregunto ¿Qué tiene esta época para hacer salir lo mejor de nosotros mismos? ¿Será el cine? ¿Será la televisión? ¿O simplemente la tradición navideña desde tiempos inmemorables? Y la más importante, ¿por qué no somos así todo el tiempo?

 

Es una época en la que los sentimientos se encuentran a flor de piel. Nos acordamos de personas que están lejos o que ya no se encuentran entre nosotros. Para las primeras, con las redes sociales podemos solucionarlo de manera rápida y eficaz. La cuestión es tener voluntad y ganas. Para las segundas, ya es más difícil. Pero las revivimos en pequeños detalles: olores, sensaciones, ese abrazo que falta, el sabor de ese trozo de turrón que te daba y que ahora coges, o en ese sitio que, aunque sea ocupado, jamás podrá ser sustituido. Son tantas cosas, que hacen que se encoja el corazón.

 

Y aunque esas grandes ausencias nos empañan y quitan parte de ese brillo original, se ve luz. Y no hablo de las navideñas de fuera, no, esas son efímeras y artificiales. Me refiero a las que nos arrancan sonrisas de ilusión y de esperanza.

 

Tiempos complicados nos está tocando vivir, en los que parece que estamos dejando nuestra vida en un paréntesis, obligados por circunstancias, más semejantes a una película de ficción o de terror, que a la realidad.  Es por eso que debemos cargarnos de esa energía que inunda nuestra vida durante las Navidades. Disfrutemos, pues, de todo lo que nos rodea: Pero no solo ahora, siempre.

 

Sonriamos a la vida, y a sus gentes; deseemos lo mejor, no solo para nosotros, también para los demás; y sobre todo, agradezcamos lo que sí tenemos, no lo que anhelamos por modas o tendencias. Que la Navidad no se limite a esta época, que sea todo el año.

 

¡Feliz Añavidad!