El asedio a empresas y actividades de turismo rural
Los servicios y profesional en establecimientos turísticos,- tanto alojamiento como restauración y de actividades-, demuestran que en la comarca pinariega y el entorno, desde las ciudades de Soria y Burgos a El Burgo de Osma, Nájera, Ágreda, Lerma o Covarrubias, ha habido una importante evolución ganando en casi todos los aspectos para que la estancia en este territorio resulte placentera, confortable y completa.
Sin embargo, al igual que otros sectores de la economía actual, hay una falta de relevo en estos negocios, y tras la jubilación de sus promotores, el cierre o abandono se imponen a la continuidad y renovación. Y en este caso, a diferencia de otras profesiones, no es tanto por carecer de atractivos para continuar en estos negocios, sino por los inconvenientes, obstáculos y presión que se ejerce sobre estas actividades empresariales.
Desde asociaciones de turismo rural se hace saber la preocupación por la posible modificación del tipo de IVA aplicable a los alojamientos rurales, que podría pasar del tipo reducido del 10% al tipo general del 21%. Esta medida supondría, un impacto económico muy negativo para unos establecimientos cuya actividad está regulada como empresarial y profesional.
Al IVA, se une también la equiparación en algunas normativas con viviendas de uso turístico, que acabaría con la diferenciación fiscal, cuando consideran los promotores de alojamientos rurales que es necesario diferenciar el aspecto legal de ambas servicios al turismo.
Por si hubiera pocos problemas que afrontar, la Administración dando muestras de su desconocimiento del sector, impone un sistema de registro de viajeros que dificulta aún más la tarea de los regentes de hoteles y casas rurales, y cuando se incomoda y moviliza al sector para ponerse al día en esta materia, reculan y admiten que no hace falta este registro para alojamientos legalmente establecidos.
En Castilla y León, al sector del turismo rural se le tiene como conejillo de Indias. Las medidas que dictaminan cuatro sabios que todo lo creen controlado y aprendido, las sueltan con la obligatoriedad de su cumplimiento inminente. Lo dictaminan quienes no han gestionado nunca una casa rural o un hotel ubicado en localidades pequeñas, en las que la gente apenas tiene los servicios básicos durante gran parte del año. Tienden a equiparar estos negocios con los ubicados en el centro de grandes ciudades y recelan de los resultados negativos de un balance económico forjado a base de enormes esfuerzos, dado que los gastos de luz, calefacción, IBI o transporte les parecerían a muchos hosteleros razones de peso para dejar la empresa y salir corriendo.
Es necesaria una fiscalidad diferenciada para unos negocios que dan más servicio que ganancias. Aquí debería de haber un apoyo claro y sin fisuras con medidas para evitar la despoblación. Hay que tener claro que el turismo, aunque ha crecido de forma signiticativa, y se ha desestacionalizado, sigue sin ser la panacea de este territorio y que, por sí solo, no es capaz de desarrollar un espacio ya empresarialmente deprimido.