¿Me ayudáis a buscar un tesoro?

Margarita, Apolo y Alfonso Díez Ausín en la puerta de Casa Eugenia en Castrillo de la Reina.

George Sand, novelista y periodista francesa, solía decir que el recuerdo es siempre el perfume del alma. El recuerdo visto como un tren del tiempo en el que viajamos con maletas llenas de sueños y nuevas ilusiones. Allá por 1998 yo era un jovencito imberbe, aventurero y alocado que estudiaba con pasión periodismo en la Universidad de Navarra. Allí coincidí con otro gran periodista Daniel Mediavilla, natural de la preciosa y singular localidad de Castrillo de la Reina. Aquel año, mucho viernes tras disfrutar de un buen café, volvíamos a la “tierruca” en mi primer coche, un fiesta blanco de corazón joven e indomable. Al llegar a Casa Eugenia, su hogar, sus padres Margarita y Apolo me recibían como si fuera otro más de la familia. Doña Eugenia, la abuela, siempre me invitaba a pasar al saloncito donde me esperaban tres platitos del mejor embutido que yo haya probado jamás. Era Eugenia una mujer serrana, cercana, amable, humilde, de fuertes convicciones y de enorme corazón. Pues bien, y esta es la historia, su hija Margarita dejó hace ya unos meses un libro en la tiendecita de mi tía Mayte en Salas de los Infantes. Y lo hizo con una nota manuscrita en la que me pedía un gran favor, investigar el origen de la protagonista del mismo.

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Su título es “El Gen Rojo” y su autora es Greta Mol y ella misma se presenta así “Soy Cristina Molina Gómez, alías Greta Mol, un tren de largo recorrido con paradas y marchas en muchas estaciones: hija, colegiala, esposa, madre, viuda, sanadora, deportista, contralto, coreógrafa, senderista y amante. Ahora me he parado en la de escritora porque quería sacar de la oscuridad del pasado a Cristina, nuestra desconocida abuela. Ella me contó cosas de su vida y yo la he novelado con el rigor de sus fotos, de las poesías de su hija Eugenia, de conversaciones con sus otros nietos y con la ayuda para recrear el entorno de esos años de Google”. El primer párrafo del libro aclara que la casona en la que vivía su abuela era heredada, tenía dos pisos y estaba situada en las afueras de Salas. Mi investigación ya ha comenzado. Me siento, por qué no decirlo, como los uno de los “Goonies” junto a Sloth buscando el barco llenos de oro, esmeraldas y diamantes de el gran Willy el Tuerto. Sin embargo, todavía no he conseguido descifrar en este caso el mapa del tesoro. Por eso, desde ésta que es mi humilde tribuna, os pido de todo corazón que me echéis una mano para averiguar quién fue y dónde vivió en Salas Cristina Gómez. Yo, por mi parte, trataré de entrevistar a Greta Mol, la autora de este maravilloso y enigmático libro. Que su recuerdo y este recuerdo sean sin duda el perfume del alma de una historia tan bonita.