viernes. 29.03.2024
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Carlos Poza, en la llegada de los bueyes al punto de Pingada del Mayo.

La gente de Cabrejas del Pinar está logrando que la tradición y fiesta del Pino Mayo esté bien arraigada en la población. Un grupo de unas cuarenta a cincuenta personas hacen posible el rito anual recuperado en 2001, y que tiene pendiente la vigésima edición.

“Yo siempre he participado de pequeño en esto de los Mayos”, comenta Carlos Poza, uno de los coordinadores del Día del Mayo en Cabrejas. Recuerda como se talaban tres pinos, que se pelaban de forma tradicional, y se vendían a las empresas del sector.

Al empezar esta centuria, un grupo de vecinos y gente implicada con Cabrejas decidió retomar la tradición desde su origen, con la corta de los pinos,- uno de ellos para pingar-, la traída con los bueyes, y la pingada en la entrada de la plaza, junto a la zona próxima a la iglesia de San Millán

“En cuanto podamos lo volvemos a pingar”, comenta Carlos, quien relata cómo el año pasado “lo pasamos mal viendo que no se podía hacer, y este año también nos va a pasar”. En esas fechas de 2020, hace ahora un año, circuló el vídeo grabado en ediciones anteriores, “con el que pudimos recordar la pingada”.

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DÍA COMPLETO

Para Carlos y otros vecinos de Cabrejas, “la pingada se vive ahora de otra manera”. Es una jornada completa que empieza por la mañana cuando el grupo se desplaza al monte, pasa por la traída y pingada, avanza con la caldereta que se disfruta entre los participantes, y culmina con la discomóvil desarrollada en el salón municipal.

Fue en 2017, cuando los participantes en la pingada del Mayo en Cabrejas tuvieron que desistir de alzarlo, debido a la lluvia y a las fuertes rachas de viento. El agua caída, de manera más intensa a la hora prevista de la pingada sobre las 13,30 horas de un domingo 30 de abril, obligó a aplazar el rito para la jornada del lunes 1 de mayo.

En aquella ocasión, el pino se pudo acarrear  con los bueyes, y gente de Cabrejas esperaba estoicamente su llegada a la plaza central de la población. Pertrechados con plásticos y ropas de abrigo, los participantes en la traída sufrieron las inclemencias del tiempo, pero lograron el objetivo de traerlo. El rito en ese año duró dos días.

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SORTEO Y NO VENTA

“Ya en los últimos años que se vendían los pinos, el precio de la madera estaba muy bajo”, indica Poza, quien recuerda que eran fábricas o aserraderos de la zona los que se quedaban con los pinos. “En estas últimas ediciones se está haciendo por sorteo”, y esto lleva a la persona afortunada a tener que negociar esa venta o buscar otro aprovechamiento a la madera.

De los años setenta y ochenta hasta la actualidad sí que ha habido un descenso del precio por los pinos mayo, hasta el punto de que ahora resulta más complicada una venta, y las empresas del sector han perdido el interés por hacerse con estos ‘símbolos’ del monte.

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Carlos Poza: "En cuanto podamos, volveremos a pingar el Mayo en Cabrejas del Pinar"