sábado. 31.05.2025

Apaga y vámonos

En el lenguaje coloquial decimos: “Anda, apaga y vámonos” cuando algo no funciona y no hay nada más que hacer porque la situación es absurda y carece de sentido seguir hablando ante la inútil esperanza de solución.

                       

Pero este verbo “Apagar” lo derivo ahora al sustantivo masculino “Apagón” por la interrupción abrupta de la energía eléctrica en toda la península ibérica el día 28 de abril a la hora y tiempo conocido por todos. Ello provocó dificultades severas no por la falta de luz sino en los problemas de las telecomunicaciones y en otros añadidos tecnológicos con secuelas de total inacción en la vida cotidiana sobre todo en las urbes. Creo que se va a hacer real el dicho “Apaga y vámonos” por la ausencia del diálogo de los burócratas de turno ante la ausencia de confraternidad en la investigación de los orígenes de semejante fallo en la Red Eléctrica Española. La gente mayor de vida rural sabemos de luz en las bombillas cuando llegaba la noche y se iba al amanecer.  Era el momento de oír la radio a ratitos según el tiempo atmosférico. Nos comunicábamos por teléfono a través de una centralita con la cita prevista para la llamada. Luego aparecieron los teléfonos públicos bajo soportales o casetas. Los guisos en la cocina de leña y el agua en jarras traída de las fuentes del pueblo donde aún no se habían instalado las tuberías hacia las casas. Las relaciones sociales se hacían en las calles, en el campo, en las solanas, en las eras….Los niños y niñas teníamos nuestros juegos en la calle con nuestras alharacas y entretenimientos varios.

                      Hacia la mitad del siglo XX llegó la era de la tecnología digital y el desarrollo de ordenadores capaces de programar y enviar datos a otros aparatos tecnológicos ubicados en un entorno de larga distancia sin cables de unión. En los años próximos a mí jubilación llegué a probar cómo dar clase de Lengua y Literatura con preguntas y respuestas a través de ordenadores en un aula preparada para tal novedad. Aquello me resultaba tan difícil que opté de nuevo por la pizarra y por los cuadernos de rayas con lápiz y bolígrafo para consolidar los conocimientos. Y ya sin más preámbulos, sin tiempo para memorizar lo que estamos viviendo, conocemos la Informática y aprendemos qué es Internet y a saber de las redes de datos en el mundo a través de ordenadores, tablets, teléfonos móviles,… Así, de pronto, ha cambiado nuestra forma de interactuar, de aprender y de trabajar. Hemos pasado a ser un sistema de información más entre los millones de ordenadores del mundo. Un ser tecnológico con nuestros propios sistemas de información. Es la era de la adicción de materiales digitalizados. Estoy acorde con esta nueva era y disfruto de los avances informatizados. Pero creo que el Apagón hará pensar en la adición tecnológica en la sociedad. Nuestra vida social no puede estar programada en los móviles, en la tablets u otros aparatos electrónicos. Estamos involucionados en las relaciones sociales. Creo que la sociedad urbanita es más adicta a los artefactos tecnológicos. Hay que hablar más. Con la mirada puesta en el otro. No en el móvil. Así lo hacemos los mayores.

 

                      Guadalupe Fernández de la Cuesta

                       

Apaga y vámonos