viernes. 26.04.2024
El último día del año se cerraban las persianas de ‘La Tienda de Emi’ en Vilviestre, tras medio siglo en activo

La calurosa despedida de un pueblo a uno de los negocios más emblemáticos de Pinares

La comarca de Pinares ha sufrido en las últimas décadas un acelerón hacia la despoblación. Una situación que, como hilo de tejer, ha ido poco a poco preparando la España Vaciada que ahora todos conocemos. Cientos de negocios han echado las persianas en los últimos tiempos -ya sea por jubilaciones o por las crisis-, y con cada cierre se ha ido dando un paso hacia atrás en servicios, en calidad del mundo rural y en el bienestar de los pueblos. Uno de estos últimos episodios se ha dado en las últimas semanas en la comarca y representa a la perfección la realidad de esta zona.

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En Vilviestre del Pinar, el último día de este ya pasado 2021, cerraba las persianas una de las tiendas más emblemáticas de la zona, uno de esos negocios que marcan la historia de un pueblo y con cuya desaparición presenta una estampa desoladora para los vecinos. Una muestra de lo que se seguirá viviendo lamentablemente también en el resto de pueblos de la zona si no se consigue remontar la tendencia hacia la despoblación y la centralización de determinadas tiendas en los núcleos urbanos.

La protagonista de esta historia es Emiliana Mediavilla Díez, una mujer que tras cerca de medio siglo detrás del mostrador todos los días de la semana, de lunes a domingo, se jubila a sus 70 años. Su último día en activo fue, como indicamos anteriormente, el 31 de diciembre poniendo punto y final a las vivencias de 47 años viendo el desarrollo social y económico de un pueblo y de toda una comarca.

MÁS QUE UNA TIENDA

Todos conocen su tienda como ‘La Tienda de Emi’ o el lugar donde se podía encontrar de todo, desde una cazuela hasta mercería, estanco, prensa. Pero se convirtió en mucho más que una tienda, llegó a ser el lugar de reunión, el sitio para todo y también la persona de confianza de los vilviestrinos, la que siempre ha ayudado a todo aquel que lo ha necesitado.

Asegura Emi que no recuerda bien los años exactos que lleva trabajando pero que ya era hora de parar. “Voy a hacer 71 años en el mes de marzo y tengo que visitar más a mi hijo que está en Palencia enfermo y que no lo he podido ir a ver todo lo que me hubiera gustado por tener que estar en la tienda”, explica emocionada, haciendo hincapié en que “lo prioritario es la familia”.

Recuerda Emi esos inicios en los que ella y su marido Tomás Arrández, (gran pelotari en sus tiempos y popularmente conocido como El Chimeneo), abrieron la tienda en Vilviestre: “los primeros cinco años en un local un poco más abajo, pero luego nos compramos este local y montamos la tienda en la calle mayor 25, donde hemos permanecido todo este tiempo. Mi marido también estuvo mucho vendiendo hasta que se jubiló hace unos años y ahora ya me toca a mí”, argumenta, sin querer creerse del todo que ya no tendrá que abrir nunca más su tienda, su vida como ella misma define. “Para mí la tienda ha sido mi vida. Hasta mi marido y mis tres hijos Raúl, Miguel y Estela siempre han sabido que la tienda era sagrada para mí. He vendido de todo, podías encontrar desde perfumes hasta chucherías... de todo. Y lo que no tenía hacía por encontrarlo. No cerraba nunca ni los domingos a no ser que me fuera a Palencia a visitar a mi hijo. Y es que para mí no era un trabajo, lo era todo. Cada mañana que abría las ventanas tenía una sensación de felicidad enorme”, confiesa.

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LA CONFIANZA

La confianza en sus clientes y viceversa ha sido el pilar más fuerte para Emi y así resume todos estos años. “Siempre he tenido una confianza total en mis vecinos y ellos en mí. Mi máxima era hacerlo bien, y sino no hacerlo. El mostrador es algo sagrado y si no sabes atender a las personas como se merecen mejor no te pongas”, afirma.

Emi ha vivido todas las épocas “antes se compraba mucho en las tiendas de los pueblos, pero ahora la gente se marcha mucho más a las ciudades. A mí hasta el último momento siempre me han tratado bien los vecinos de mi pueblo, no tengo ninguna queja porque siempre he podido vivir de esto. Estoy muy contenta de pertenecer a este pueblo y de tener a los clientes que tengo y que son más que eso, son amigos”.

Con el cierre de esta tienda, Vilviestre se queda huérfano ya que no hay ningún establecimiento similar ni nadie que quiera emprender en el pueblo para que no desaparezca. “Quedan las tiendas de alimentación y esas cosas pero lo que es una tienda como la mía ya no hay más y no creo que vuelva a haber”.

EL ÚLTIMO DÍA

El último día de trabajo para Emi fue algo difícil. Una mezcla de sensaciones y de emociones a flor de piel, pero personalmente confiesa que no se esperaba para nada la respuesta que tuvo su pueblo. Minutos antes de las ocho de la tarde se preparaba para cerrar las persianas por última vez. Llegaba ese momento en el que tanto había pensado. Una imagen icónica en la vida de cada uno y que es signo también de que se ha alcanzado una meta con éxito. Ella pensó que sería como un cierre más, algo más especial que otros por el momento histórico, pero sin más. Para nada fue así.

Estaba cerrando las persianas y escuchó voces en el exterior: “Que ya cierra, oí. Pero pensé que serían algunos críos que querían comprar algunas chuches. Y me dije: pues espero un poco a que entren y cierro luego. Pero como vi que no entraban salí a la puerta y me encontré allí a todo el pueblo. Estaban todos mis vecinos, mis clientes. Fue increíble. No me lo esperaba para nada”.

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EMOCIONES A FLOR DE PIEL

Emociones y agradecimientos se unieron en un momento que quedará para el recuerdo. “Una vecina, Ana Esther, leyó un escrito que me llegó al alma: Es el lugar donde podías encontrar de todo, la encargada de cogernos el pan, recoger los zapatos que nos traían arreglados, servicios de correos… que había una excursión pues nos apuntábamos donde Emi, que tocaban las campanas pues llamábamos a Emi, siempre pendiente de nosotros… Hemos comprado todo en tu tienda y lo que no tenías en ese momento lo pedías y enseguida te lo mandaban. Y esas cuentan tan largas que sumabas del tirón y decías: tú suma también y en la tercera fila estábamos perdidos ya. No te equivocabas nunca. Una máquina. Qué decir de tus productos, lo mismo nos vendías una cazuela que unas bragas. Eso sí, todo ideal”, fueron algunas de las palabras que se escucharon.

Sin duda este cierre marca un antes y un después en la vida de Vilviestre. Y es que la tienda de Emi no era una tienda cualquiera. Así se ha demostrado durante tantos años en activo y también en el último capítulo con el abrazo caluroso de todo un pueblo. Disfruta de tu merecidísimo descanso. IMG-20220101-WA0046

La calurosa despedida de un pueblo a uno de los negocios más emblemáticos de Pinares