jueves. 18.04.2024
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Celtas Cortos en una imagen de archivo./Fotos: Celtas Cortos y Actual Denanda Pinares.

Abioncillo de Calatañazor

Miguel García Moñux recuerda como un día de verano  de calma total de 1991 tuvo el lujo de escuchar tocar al violinista de ‘Celtas Cortos’ en mitad de la naturaleza. En su memoria tiene la fotografía del músico subido en una roca, justo en el paraje dónde el río Abión se introcue en el cañón hacia la localidad de Blacos.

 El que fuera alcalde de Abioncillo de Calatañazor e impulsor de la cooperativa de enseñanza de este pueblo asegura que la música que salía del violín de Alberto García sonaba “por todo el valle. Era como si las notas vinieran del cielo”. Todavía casi 30 años después saborea el momento.

No es el único recuerdo que este soriano guarda de la estancia, en dos ocasiones, de los Celtas Cortos en esta localidad. La formación vallisoletana remató sus discos ‘Tranquilo majete’ y ‘Cuéntame un cuento’ en este pequeño pueblo de Soria. El  vocalista de ‘Celtas Cortos’, Jesús Cifuentes, coincide con el ex alcalde y reconoce haber vivido “momentos mágicos en esta localidad, sobre todo, cuando paseaba solo por su medio natural lleno de paisajes sobrecogedores”.

Los Celtas Cortos se concentraron en esta localidad soriana en los veranos de 1991 y 1992 para rematar y darle los últimos retoques a dos de sus discos con más repercusión social de su carrera. Por aquel entonces la banda de rock con tintes atlánticos ya era muy conocida a nivel nacional.

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LLENOS DE VIDA

García Moñux describe a los Celtas Cortos de principios de los 90 como “un grupo de chicos jóvenes llenos de vida”. Eran accesibles, con un humor desbordante y afrontaban su fama y su modo de vida con sencillez. “Eran muy cercanos, quizás hasta demasiado. Era una bendición ir con ellos. Siempre estaban de risas, contaban chistes y decían bobadas sabrosas y ricas. Se tomaban la vida con un humor extraordinario”, rememora.

Jesús Cifuentes habla de la estancia de la banda en Abioncillo con cariño, ya que vivieron “momentos emocionalmente intensos”. Eligieron esta localidad debido a que el batería del grupo, Nacho Castro, tenía amistad con algunos de los promotores de la cooperativa de enseñanza. Además, a esto se le unía que uno de los componentes del grupo provenía de la zona de Tiermes, en concreto de la localidad de Pedro. 

“La primera vez que fuimos a Abioncillo fue en el 91 y nos tiramos dos semanas. En aquel momento ya teníamos el disco preparado y tan solo le dimos los últimos retoques. Los temas ya los habíamos ensayado en el local de Valladolid, entonces fuimos allí para tener concentración máxima y grabar la maqueta”, cuenta.

La estancia fue una enorme aventura, según el vocalista, ya que tuvieron la oportunidad de estar en el medio rural desconectados de los trajines de la ciudad y sin distracciones. Algo que les sentó de maravilla.

Considera que estar en un ambiente tan amable debería ser una opción para músicos y artistas en muchas ocasiones. Además, señala que de su estancia en Abioncillo recuerda con especial cariño el contacto con los impulsores de la cooperativa de enseñanza, que les impregnaron del espíritu ideológico que había detrás del proyecto educativo.

“Lo pasábamos muy bien porque teníamos nuestros momentos de asueto y las comidas eran un momento super agradable. Fue una experiencia muy dulce, además, hicimos excursiones por la zona y todo el entorno que es un lugar privilegiado y maravilloso y aportaba mucha paz”, describe para señalar que, sobre todo, en el momento de descanso al anochecer era cuando vivían en comunidad con los miembros de la cooperativa.

“Me acuerdo que había un bar del alemán dónde montábamos más de una fiesta.  También preparamos un videoclip en el pueblo. Fue un momento emocionalmente muy intenso porque acabábamos de despegar. El grupo se formó en el 86 y hasta el 89 no grabamos el primer disco. En el 90 con el disco ‘Gente impresentable’ ya nos dimos a conocer a nivel nacional”, relata.

LOS ATRACTIVOS DEL SABINAR

Jesús Cifuentes vislumbra con nitidez los parajes sobrecogedores en la Reserva Natural del Sabinar de Calatañazor, pues, en ocasiones, se iba solo y tocaba la guitarra al lado de un acantilado o cualquier roca. “ Estaba solo en plena naturaleza conectado con el entorno. Creo que ahí se produce la magia”, enfatiza para concluir que para ‘Celtas Cortos’ Abioncillo es un lugar que está en el corazón y en la memoria.

García Moñux, por su parte, recuerda a la banda cuando era grupo instrumental actuando en el Cine Avenida de la capital, aquel día en plena movida de los 80 ya pernoctaron en Abioncillo. Por aquel entonces se les notaba, según el soriano, que eran chicos muy alegres, muy unidos y con ganas de trabajar y hacer las cosas bien.

 “Además de tener cualidades para la música como grupo estaban muy cohesionados”, destaca.

La sala del consejo del Ayuntamiento de Abioncillo hizo las veces de estudio de grabación, mientras que las instalaciones de la cooperativa sirvieron para su alojamiento. Además, García Moñux y sus compañeros les acompañaron para que conocieran la Fuentona, la Cueva de la Maja,  el Sabinar de Calatañazor y el propio Calatañazor.

En 1992 la banda también permaneció en este pueblo y una de las noches de finales de agosto “en la que hacía un bochorno tremendo” se fueron a las fiestas de Rioseco. El público que asistía a la verbena  les reconoció y finalmente sobre las 5.00 horas de la mañana se subieron al escenario para darlo todo por su público.

“Fue un final de fiesta potente”, recuerda con absoluta devoción.

Los Celtas Cortos dejaron huella en la provincia de Soria, ya que con su estancia dieron a conocer esta zona de Soria y el proyecto de cooperativa educativa que por aquel entonces funcionaba a todo gas.

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CONCIERTO DE HONTORIA

En Hontoria del Pinar Los Celtas vinieron a actuar un 3 de noviembre, en un concierto que se recuerda en toda la comarca de Pinares.  La actuación tuvo gran expectación actuando como telonero la Orquesta Suitte, y se enmarcó dentro de una serie de conciertos de grupos reconocidos a nivel nacional.

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