viernes. 29.03.2024
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Imagen de la Cantera de Espejón. /Fotos: Mayka Ramos.

Se cree que el nombre proviene de la palabra latina “specula o speculum” que viene a significar torre o atalaya, dado que los romanos que ocuparon estas tierras colocarían allí un punto de observación y control de los caminos, no en vano se han encontrado restos de una fortificación en lo que los del pueblo llaman Castillo. A mí me parece más romántico deducir que el nombre proviene de “espejo”,  por lo relucientes de sus mármoles que  al ser pulidos te podrías reflejar en ellos.

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Para llegar desde Soria  se puede coger la N-234 y al llegar al cruce de Navas del Pinar, en la provincia de Burgos. A mano izquierda nos adentramos en la carretera que nos lleva a Espejón. Desde Burgos se coge la misma carretera en dirección a Soria y llegamos al mismo cruce anterior para coger la carretera que nos llevara al mencionado pueblo. Yo he cogido la carretera desde Huerta de Rey, la  BU-V-9421 que enlaza con la SO-P-5111, dirección La Hinojosa. A los pocos kilómetros nos encontramos el cruce a mano izquierda, que tras atravesar unos campos de cultivo nos adentra en un cañón con carretera sinuosa que nos lleva al pueblo. El paisaje es digno de contemplar. Sabinas, robles y enebros nos flanquean el camino. Antes de entrar al pueblo ya se divisan en lo alto de la montaña las canteras.

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Gozan de fama las canteras de Espejón, que ya fueron explotadas desde la  época romana, como lo atestiguan los restos encontrados en las ruinas de Clunia, en el cercano pueblo de Peñalba de Castro. Pero si esto fuese poco, sus mármoles se encuentran en el Palacio Real y en el Monasterio del Escorial, entre otros.

Dos son los tipos de roca que se explotaban: el jaspe rojo y el mármol blanco o beis, estas últimas en funcionamiento hasta el año 2010.

En el pueblo destaca su iglesia, que tiene sus orígenes en el siglo X o XI. La actual es muy posterior y solo sobresale su espadaña.

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Para dirigirnos a la cantera cogemos la carretera que señala a la ermita de Brezales, y a poca distancia nos encontramos el acceso a mano izquierda. Tomando precaución nos podemos adentrar en la explotación. Enseguida se ven grandes bloques de piedra extraídos de la montaña. Algunos blancos inmaculados, otros con vetas de varios colores. Se divisan los cortes en la roca como si fuesen hechos a cuchillo, de verdad que impresiona. Tras un breve paseo retomamos el camino para dirigirnos a la ermita de Brezales. La sinuosa y estrecha carretera merece la pena encaminarla. El paisaje te sorprende y la situación de la ermita aún más. Es un enclave que incita a meditar en medio de la paz que se respira. Eso ahora, porque desde el siglo XVIII, coincidiendo con el fin de semana de Pentecostés se celebra la romería de Nuestra Señora de Brezales, donde se acude en procesión desde el pueblo y la celebración de una comida por los vecinos. La vuelta al pueblo se realiza portando la Virgen de María Stella, patrona de los casados.

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Nosotros acabamos nuestra visita, no sin antes contemplar de nuevo el paisaje. Y a ti tampoco te defraudará la visita a Espejón.

Vicente Vivancos Ausin

Un paseo por el pueblo de Espejón, entre la cantera y Brezales, por Vicente VIvancos