
Margarita fue siempre una mujer de pueblo. Una de esas mujeres inolvidables que marcaron una época en Castrillo de la Reina y también en todos los pueblos de la Comarca de Pinares y de la Sierra de la Demanda. Margarita era como lo fue Apolo y también la gran Eugenia, una persona cercana, amable, de trato sencillo y ameno y de gran corazón cuya religión, como la del Dalai Lama, siempre fue la bondad. Margarita era un mujer castellana de pura cepa. Una de esas mujeres que siempre sonreía y que defendió toda su vida a capa y espada su pueblo, su tierra y sobre todo su añorada Castilla.

Jamás podre olvidar aquellas tardes de niñez en compañía de mis padres en las que Apolo y Margarita me preparaban el porroncito de mosto bien frío y los mejores embutidos de toda la provincia de Burgos. El pasado lunes 21 de Julio, como no podía ser de otra manera, vecinos de Castrillo y de otros muchos pueblos de la comarca, despedían en el maravilloso silencio de los recuerdos, a una mujer única que marcó toda una época junto a Eugenia y Apolo en la que fue una de las mejores tabernas de España. Desde aquí, desde el lugar que me confiere este artículo como humilde redactor, quiero dar el pésame más sincero a amigos, familiares y sobre todo a sus hijos Daniel y Jimena. Se nos ha ido una gran mujer cuya historia y recuerdo serán, seguramente, irremplazables.
