miércoles. 24.04.2024

Lentitud de vacunas para un proceso que se nos hace demasiado largo

La lentitud con la que son administradas las vacunas en nuestro entorno ha ensombrecido el panorama esperanzador con el que arrancábamos este año 2021.

Semanas después de la administración de la primera dosis, estos días han quedado inmunizadas frente a la covid-19 las primeras personas de la comarca pinariega, principalmente residentes y trabajadoras en centros de mayores.

Primero fue la negociación europea con las farmacéuticas, y los injustificables tachones para garantizar la confidencialidad de los contratos. Luego no sabíamos que se podía aprovechar una dosis más haciendo el suministro con tiento. No teníamos las jeringuillas adecuadas para administrar esas dosis no contempladas en principio. Saltó la polémica por los avanzadillos que aprovecharon la oportunidad para colarse en la lista oficializada de grupos prioritarios. Supimos que Astrazeneca no se iba a administrar a los mayores de 55 años, lo que obligó a cambiar el plan de vacunación.

Frente a este atropellado avance de nuestra principal fortaleza ante al virus, todas las mañanas amanecemos regados con una serie de noticias apocalípticas: variantes de la cepa imposibles de doblegar, población traumatizada por la extensión de la pandemia, secuelas eternas para quienes han pasado la enfermedad, supercontagiadores que suben y bajan en ascensor, bodas sin mascarilla con consecuencias imprevisibles, mayor caída del PIB desde la Guerra Civil…Todo parece abocado a una solución, cuando menos, tormentosa y, de momento, inalcanzable.

En este embadurnado horizonte, el papel de los representantes en las instituciones públicas se hace fundamental. Son ellos quienes, frente a la responsabilidad de turno que ostentan, nos han de orientar, planificar, guiar, disipar dudas, alentar y, principalmente, tranquilizar. Lejos de cumplir estos requisitos, buena parte de estos dirigentes nos confunden. Entramos en un aparatoso túnel del miedo con prohibiciones a veces incomprendidas, confinamientos contradictorios, subjetivos toques de queda, criminalizaciones a sectores peligrosísimos,….Transmiten desconfianza, falta de experiencia, inestabilidad. Y ni siquiera son capaces entre ellos de ponerse de acuerdo para adoptar medidas conjuntas. Cuando más acorralados se sienten, sacan el comodín de los técnicos y expertos.

Creo que, sin duda, esto se va a pasar. Pero lo hará antes por nuestra forma de afrontarlo, y el avance de la ciencia, sin duda, que por las frágiles estructuras que hemos amontonado de forma diversa, según espacios y criterios, haciendo más incomprensible la pandemia y retardando más sus soluciones.

Lentitud de vacunas para un proceso que se nos hace demasiado largo