viernes. 29.03.2024

Las películas americanas, por Juan Largo

Las películas americanas lo han vuelto tonto, señor cura, comprenda usted nuestra situación, ni el campo ni el pinar piden brazos, nos íbamos a ir a Barcelona, pero me parece que no vamos a poder. 

             

Juan Largo
Juan Largo

Las películas americanas lo han vuelto tonto, señor cura, comprenda usted nuestra situación, ni el campo ni el pinar piden brazos, nos íbamos a ir a Barcelona, pero me parece que no vamos a poder. El mundo está cambiando. Ahora hay música yeyé y, sin embargo, no tenemos coche. Bueno, un coche no nos vendría nada mal, para ir a cualquier parte. Su padre le dice que por qué se queda tanto tiempo en el Tele-club viendo las películas que echan… Así que el chico ya no da golpe, nos habla de dólares en vez de pesetas. No ha ido ni siquiera a la capital a estudiar. No sé, unos buenos estudios en el Instituto y luego una buena carrera, Ingeniero de Telecomunicaciones o algo así, así se puede abrir camino en la vida. Y en cambio, se queda en el pueblo y se pasa las mañanas leyendo revistas en inglés que le pasa un conocido. Son todas de la cultura de las grandes ciudades. Como si aquí viviéramos en un mundo subterráneo, con lo bonitos que están los pinos alzándose, y los montes verdes y los campos de cereal, y el río que pasa cerca, tan azul como el cielo mismo, con lo que tenemos aquí y no lo sabemos valorar, ni siquiera ve las películas de Félix Rodríguez de la Fuente, solo le van las americanas, así que cuando sale por las noches del Teleclub, se va a la cantina del pueblo a jugar a las cartas, y pierde mucho dinero, pero ya sabemos de dónde saca el dinero. Nos lo quita a nosotros, mientras su padre está en el pinar con la resina y no nos podemos comprar ni una lavadora, que la anuncian mucho en todas partes, porque una también ve algunas revistas, esas en las que sale el Julio Iglesias y la Mozarowsky y la Cantudo, que a una le llaman mucho la atención por lo guapos… Lo que no le permitimos es que nos saque dinero de casa. Podía solo intentar trabajar, podía, por ejemplo, irse al taller de un amigo de su padre en la capital de nuestra provincia, a aprender Mecánica, que tiene futuro… Nada. Duerme lo que quiere y se viste con una chaqueta de cuero negro y se está dejando el pelo largo, porque dice que quiere ser una estrella de Hollywood, que cualquiera, con un poco de suerte en la espalda, puede llegar a ganar muchos dólares, que ahora el mundo es libre… Por las tardes, es el primero que entra al Teleclub cuando lo abren en la antigua escuela y se sienta en una silla y no pestañea cuando ve esas películas americanas de coches, del Oeste y de marcianos. No lee libros, por ahí no le da. Los libros se los veda el solo. ¡Pero esas películas!... Ni siquiera quiere tener novia en este pueblo, porque quiere a una rubia como la Monroe, que dice que menuda vida la de la Monroe, y luego, que menuda vida la de James Dean… “¡Petróleo, esa es la solución para este pueblo!”, dice, y por las noches ya le digo, señor cura, con el juego… Dese cuenta, señor cura, que no queremos recurrir a otra persona del pueblo, que ustedes los curas, ahora son la mayoría comunistas, y algo de eso entendemos su padre y yo y algunos del pueblo, y vemos que, si nos vamos a Barcelona, perdemos un poco el pueblo pero podemos ganar algo de cultura y, poder mismamente comprarme esa lavadora, y mirar algo por el chico, pero resulta que el chico nos sale rana y ¿qué podemos hacer?... Mire usted, señor cura, que si cogiera una temporada al chico para ayudar en las obras de restauración de la iglesia, igual se enderezaba un poco, nada más…

                               Juan Largo Lagunas

Las películas americanas, por Juan Largo