jueves. 28.03.2024

Reabrir las escuelas rurales, por Luis Marcos

No nos resignamos al moribundo decaimiento de nuestros pueblos, a su envejecimiento irreversible, al ocaso demográfico, a la despoblación que conlleva su desaparición.

 

Aunque este pernicioso fenómeno lleva casi setenta años extendiéndose por las tierras del interior peninsular, básicamente por las zonas rurales de Aragón y ambas Castillas, sin que a nadie pareciera importarle, salvo a un puñado de lunáticos (a los que me honro en pertenecer), desde hace escasos años, se creado un ingente caudal de apoyo social a la lucha contra la Despoblación Rural, creciendo las simpatías por los pequeños pueblos, por la vuelta a la naturaleza y por las acciones reivindicativas de lo que se ha llamado la España Vaciada.

Los retos ni son sencillos ni fáciles, en ninguna de las comarcas vaciadas de esta España nuestra, como esta amada Tierra de Pinares. Sabemos que, a pesar de todo, sigue el agravamiento del fenómeno de despoblación y de envejecimiento en las comarcas rurales de nuestra tierra, y asistimos a la absoluta ineficacia de las actuaciones aplicadas por Diputaciones Provinciales y la Junta de Castilla y León en esta materia, que tras décadas de anunciar nuevos programas y agendas, no han servido ni para fijar población, ni para mejorar la calidad de la prestación de los servicios públicos, ni para crear actividades productivas sostenibles en el tejido rural. Urgen acciones, desde la sociedad civil y desde las diferentes administraciones públicas para adoptar propuestas novedosas que sirvan para atraer nuevos pobladores al medio rural, iniciando un proceso de “Repoblación Activa” ya que la mayor parte de las comarcas castellanas afectadas por la despoblación y el envejecimiento carecen de recursos demográficos, sociales y económicos endógenos suficientes para garantizar el rejuvenecimiento e incremento de su población.

En otras ocasiones he compartido con vosotras y vosotros ideas, que se han demostrado exitosas en otros territorios, y que también serían viables en estas tierras serranas y pinariegas, como poner nuestro ingente Patrimonio Inmobiliario Público Infrautilizado en localidades rurales (viviendas, locales, edificaciones tradicionales, naves, etc…) a disposición de los interesados, en régimen de alquiler mínimo o cesión a largo plazo, como residencia o sede de actividad económica para neopobladores rurales, o favorecer el asentamiento voluntario de empleados públicos de las diferentes administraciones en localidades rurales, ofreciendo alojamiento gratuito, primas salariales por residir en el Medio Rural vacío o contratos de larga duración.

Creo también que son útiles los compromisos público privados, que contribuyan a cofinanciar cualquier iniciativa empresarial o de creación de empleo en las Áreas Despobladas, especialmente en los sectores de desarrollo endógeno estratégico (medio ambiente, energías renovables, servicios sociales a la población, recursos del territorio, turismo y patrimonio cultural, etc…), así como la tan reclamada aprobación de un Procedimiento simplificado de Gestión Administrativa en Pequeños Ayuntamientos, Entidades locales y Mancomunidades que garantice que el escaso personal administrativo existente no dedique sus tareas solo a gestiones burocráticas.

Hoy quería, sin embargo, fijarme en una idea que muchos juzgarán utópica o irrealizable, pero que a mí se me antoja mollar, si queremos que la Repoblación Rural sea un proceso irreversible a largo plazo: la reapertura de las escuelas rurales de nuestros pueblos.  La Castilla Rural ha pasado en 60 años de 4 millones habitantes a poco más de 1 millón, y en ese proceso se han cerrado más de 4.000 escuelas rurales; es absolutamente exótico encontrar una localidad rural que con menos de 400 habitantes (que son la inmensa mayoría) que continúe manteniendo abierta su escuela; desgraciadamente en la mayor parte de los casos, sencillamente porque no hay población escolar: los menores de 12 años son el 2% de la población en los pequeños núcleos rurales.

Si aspiramos a que nuestros pueblos, por pequeños que sean, tengan una pirámide demográfica equilibrada y sostenible, estaremos hablando de que hasta las localidades de en torno al centenar de habitantes, contarían con entre 12 y 15 niños en edad escolar, lo cual haría no solo viable sino imprescindible la existencia de escuelas unitarias locales, evitando la delocalización de los estudiantes y creando empleo local, tanto docentes, personal de limpieza y mantenimiento, etc… así como actividades extraescolares, en muchos casos extensibles al resto de los pobladores locales.

Pero, tranquilos, no necesitamos esperar tanto tiempo para plantearnos la reapertura de nuestra Escuelas Rurales, con funciones que quizás no sean las estrictamente escolares, mientras no alcancemos media docena de chavales, pero que son esenciales para la repoblación rural y el fortalecimiento de una comunidad social viva. Nuestras viejas escuelas deben reabrirse como espacios comunitarios, aulas culturales, bibliotecas, escenarios artísticos, herramientas para el diálogo, centros de teletrabajo o coworking; como el lugar central de la sociedad rural viva, dinámica, activa y participativa, que bien gestionados pueden vivificar nuestras localidades, y convertirse en el germen del proceso repoblador y de la acogida a aquellas personas que retornan al territorio rural.

Reabrir las escuelas rurales, por Luis Marcos