.El incumplimiento de esta exigencia lleva aparejada una serie de sanciones económicas que pueden alcanzar incluso a los 150 euros por persona.
Desde varias formaciones políticas ya se ha dicho que si se cumple con este Real Decreto, se verá de inmediato el final de los pueblos. El número de empadronados en los núcleos rurales es básico para mantener los servicios, percibir fondos de otras administraciones públicas y mantener una dignidad de colectivo que se tenga en cuenta en la adopción de decisiones por las administraciones para regular su vida cotidiana.
Hemos oído desde hace tiempo que los censos en las zonas rurales están inflados, y que hay mucha gente que está censada en el pueblo pero vive en la ciudad, y lo hace por percepción de algún tipo de aprovechamiento, querencia familiar, desidia para cambiar el empadronamiento a otro lugar o elección determinada por convicción o predilección.
Pero la situación ha cambiado. La mayor movilidad de la gente hace más difícil discernir cuál es el lugar de residencia habitual. Solíamos emplear una expresión para decantar hacia un lado el dilema de dónde se reside, y era el de “tener casa abierta”. El aumento de las ‘segundas residencias’ ha aumentado más la confusión para concretar dónde debemos empadronarnos, ya que hay gente que pasa más tiempo a lo largo del año en la residencia número dos que en la principal, en teoría.
Para añadir más dudas, hay diferencias claras entre empadronamiento y residencia fiscal, y de acuerdo con los criterios de la Administración Tributaria, el simple empadronamiento no constituye, por sí mismo, elemento suficiente de acreditación de residencia fiscal y vivienda habitual en una determinada localidad en España.
¿Cómo medimos entonces dónde debe de estar empadronada una persona?, y aquí se hace notoria la exigencia de la atención médica de carácter público. Ha sido la prestación de este servicio la que ha movido a muchas personas a trasladar el empadronamiento del pueblo a la ciudad. No podemos competir en las zonas rurales, por mucho que nos vendan la moto de que aquí somos poca gente y estamos mejor atendidos, con los servicios médicos de una ciudad.
Llegados a este punto, lo mejor para muchos es decir que se esté empadronado donde realmente se viva, que es donde están la mayor parte de los servicios. Y aquí el pueblo tiene la de perder, pero es que la mayor parte de las inversiones económicas en calles, plazas, pistas de pádel, campings, abastecimiento de aguas, depuración…están pensadas y proyectadas para los que habitualmente, y según el criterio antes expuesto, no viven en el pueblo pero lo disfrutan durante buena parte del año y sin embargo no nos podemos beneficiar de ello para que suba el número de habitantes. Vamos, que estamos haciendo el pan como unas tortas.