Hablar siempre está bien. Nos ayuda a poner en común las impresiones sobre un tema tan importante para este territorio como saber qué hacemos con las masas forestales, cómo solucionamos los problemas que atañen la convivencia de los distintos usos del monte y que se puede idear para que este gran recurso genere puestos de trabajo y fije la población en las zonas rurales.
La cuestión es hay que pasar de las palabras a los hechos. De aquí a finales de año, vamos a tener un Congreso sobre la propiedad comunal y los montes de utilidad pública en Quintanar de la Sierra, organizado en el mes de junio por los carreteros; y una feria sobre sostenibilidad de los montes en Duruelo de la Sierra para el mes de octubre. Sin duda son foros en los que se han de oír propuestas y compromisos para avanzar en estos temas, pero primero debemos saber de qué punto partimos, cuáles nuestros objetivos y hasta dónde estamos dispuestos a llegar para conseguirlo.
Salvando el punto de vista de la Administración autonómica, hay una sensación generalizada de que las gestiones en los montes no se están haciendo bien. Los pueblos no tienen medios ni capacidad en estos momentos para, por sí solos, hacer frente a la gestión de los montes de su propiedad. Por eso se apoyan en una entidad pública con dotación técnica y administrativa suficiente para sacar adelante esta tarea. Sin embargo, la experiencia nos está demostrando que, de forma progresiva, esta Adminstración que apoyaba y colaboraba, está adquiriendo más protagonismo y, además de esa ayuda fundamental, limita, prohíbe, recrimina y entorpece.
Está claro que no todos tenemos las mismas soluciones para sacar adelante la gestión de los montes. En Muriel, se puso de manifiesto la visión de los madereros de obtener más rendimiento al recurso forestal, acortar el ciclo establecido para la tala de la madera y posibilitar que se pudiera extraer de los montes la madera en el tiempo estival. Si preguntamos a regentes de casas rurales y hoteles te dirán que la gente ve como el monte cada vez está más sucio, pues no hay trabajos de limpias y apenas se nota la labor de las escasas cuadrillas forestales. Y si acudimos a un setero, te recriminará que las talas incontroladas, la falta de ganadería y las barranqueras que dejan la maquinaria en la extracción de la madera van a terminar con el apreciado recurso micológico.
Ante este panorama, en Muriel se solicitaba por parte de un maderero un Plan específico para la madera, que deberíamos extender al resto de los aprovechamientos de las masas forestales. También se pedía la unión de todos los propietarios para poder, a nivel nacional, tener un interlocutor único ante la Administración. Todo es válido, posible y necesario. Empecemos por analizar problemas, priorizar soluciones y planificar acciones que puedan satisfacer a todos los sectores y visiones para el monte. Reunirse está bien pero hemos de ser más efectivos para avanzar, y no quedarnos dando vueltas con los mismos lamentos de siempre.