La fiesta del Carmen en Castrovido es, sin lugar a dudas, una las romerías y de las fiestas más bonitas, entrañables, emotivas y tradicionales de la Comarca de la Demanda y Pinares. Esta tradición tiene siglos de historia y de historias que nos llevan a la época dorada para Castilla de los Siete Infantes de Lara. Con la llegada de tan magnífico evento, no puedo dejar de pensar en el que fue el Gran Ángel García el Sorejo, un amante incondicional de su tierra, de su historia, de sus tradiciones y un ateo pero creyente en la vida que siempre supo, porque así será, que Castilla recobraría la grandeza de tiempos pasados que volverán al presente. Ángel García el “Sorejo” fue uno de esos hombres que hicieron historia. Fue un hombre de pueblo. Con sus virtudes, sus defectos, sus alegrías y también sus “momentos”. Era de Salas de los Infantes pero amaba tanto sus pueblos que siempre dijo sentirse un poco de todos ellos. Se ganó la vida cuidando y vigilando de su pueblo. Porque Ángel era como el águila real, siempre oteando desde el firmamento para que todo fuera bien. El “Sorejo”, eso sí, tenía su carácter. Mucho carácter. Tanto, que a veces llegaba a acojonar. Y lo hacía honestamente, pero acojonaba. Le acompañaba su voz, fuerte, ronca y rota y muy convincente. Y se sumaba su honesta mirada. Estoy seguro de que, en el duelo final junto al bueno, el Feo y el Malo sólo habría quedado él. Casi nada. De él recuerdo muchas cosas. Las dos ostias que me dio y que compartí gustosamente con mi primo Gonzalo por montar mal en bici. Recuerdo su lucha incesante por mantener el orden y la ley en Salas. También su trabajo como copista profesional. Y, sobre todo, recuerdo su esfuerzo incansable junto a otros grandes amigos por recuperar trozos de nuestra historia que habían quedado en el olvido. Entregó su vida, su alma y su corazón para recuperar la Torre del Castillo de Castrovido. Él fue uno de los grandes impulsores de aquel movimiento y por eso hoy la Torre le brinda cada mañana la mejor de sus sonrisas. Ángel García el Sorejo era un hombre de pueblo, de sus pueblos. Un buen hombre. Uno de esos que tienen todos nuestros municipios. Alguien diferente, de carácter, de honor, de valor y sobre todo de palabra. Y allí, junto al Castillo que mira de nuevo a un cielo esperanzador, regresa la Fiesta del Carmen, su fiesta más amada. Y Ángel, allá donde esté, seguirá guardando en el recuerdo todos los momentos vividos y todos aquellos que quedan por vivir en una Castilla que siempre rendirá homenaje al que fue, sin duda alguna, un gran hombre de su tiempo.