sábado. 14.06.2025

La infancia, mi gran tesoro.

La felicidad, ese gran regalo de la vida que todos andamos buscando está compuesta de pequeños momentos. Aunque no lo creamos, todos andamos perdidos en este universo al que llamamos existencia tratando de averiguar quienes somos, de donde venimos y sobre todo cuál es nuestro objetivo en la vida. Y para ello gozamos de brújulas personales que creemos eternas e inamovibles y que sin embargo cambian como cambia el viento. Mi felicidad, como la vuestra, se compone de pequeños momentos. De esos momentos que viven a merced del tiempo que hacen que retrocedamos mental y espiritualmente para exprimir de nuevo sus recuerdos, dulces y placenteros que habitan en nuestro alma y en nuestro corazón. Mi felicidad está unida sobre todo a mi infancia. A esa época de libertad infinita que te da ser un niño que goza del amor de su familia, del cariño de sus amigos y de la posibilidad infinita que siempre me proporcionó vivir en un pueblo. De mi niñez, en Salas de los Infantes, guardo muchos recuerdos imborrables. De tardes de cine en la casa de la abuela. De aquellos chocolates a todos los amigos la tía Alfonsa. De sus chistes, de las carcajadas, de sus besos y sus abrazos.  Del amor de mis padres, de los juegos salvajes con mis amigos en el Colegio San José. De los primeros besos infantiles y a escondidas que me llevaban a vivir en primera persona el sentimiento más puro e indestructible que hay en la vida, el amor. De aquellas aventuras en plena naturaleza, desafiando a la nieve  en invierno, a la lluvia otoñal y al calor de aquellos veranos eternos bañándonos en los ríos, refrescándonos en las fuentes y en las piscinas municipales, donde la armonía y el buen rollo imponían siempre su ley. De mi niñez también recuerdo aquellas tardes en la Plaza Mayor donde los juegos, los de antes desafiaban a un tiempo que era inexistente a los ojos de un niño. Si, en esta vida llena de trampas, de obstáculos, de fosas insondables, de llantos y de tragedias, también he vivido momentos felices que me hacen entender, que lo único que siempre sigue contando es vivir y sobrevivir porque en el fondo, la felicidad radica precisamente en eso, en la valentía de querer encontrar el camino. Por eso, cuando me pierdo, cuando mis mapas de quedan obsoletos y no sé a donde dirigir mis pasos, viajo de nuevo a mi infancia buscando una nueva brújula que esté sólo a merced de mi propio viento. Si, si en algún momento fui feliz, fue entonces, durante mi infancia. El mejor momento sin duda de mi vida. Un momento eterno e inolvidable. 

La infancia, mi gran tesoro.