Jamás hallé compañera más sociable que la soledad. Esta maravillosa y inspiradora frase es el gran escritor, poeta y pensador Henry Davied Thoreau. Y en mi caso, desde luego, acierta a la perfección. Creo que siempre he sido un alma solitaria. No me entiendan mal, soy un tipo de alas abiertas, de carácter sociable y al que le gusta la compañía y la conversación sobre todo con las buenas personas. Sin embargo, y es difícil de explicar, mi mejor compañera y amiga en la vida ha sido siempre la soledad. Y es que podría decir sin equivocarme que ella, esa dama que se esconde en los silencios y en las más ocultas emociones, es sin duda alguna el amor de mi vida. La soledad siempre está ahí. En los buenos y en los malos momentos. En las victorias y en las derrotas. En los momentos de amor y felicidad y también en aquellos momentos donde todo se va a la mierda y quisiera morir. La soledad es la única que se para a escucharme sin reprocharme nada. Siempre pendiente de mis palabras, de mis silencios, de mis suspiros, de mis recuerdos, de mis sonrisas y mis lágrimas y también de mis lamentos y mis miedos. La soledad duerme conmigo acostada con una mantita rosa muy cerca de mi corazón. Vive por y para mí y no me traiciona por otras personas, momentos o recuerdos. Es mi fiel compañera y yo le pertenezco y ella me pertenece a mi. Está incluso cuando no se la espera. En esos momentos en los que estás rodeado de gente pero nadie te abriga, ni te escucha, ni te entiende ni quiere hacerlo. La soledad está en la vida y también estará en la muerte. Por eso, a pesar de que se que estar solo puede conducir a la locura, prefiero ser fiel a mi y a mis principios estando con la única persona que realmente me ama y me entiende. Su voz es la que conduce mi alma y me permite ver con claridad que la vida es un cuento que otros inventaron para entretenerse y que muchas veces no tiene un final feliz. Porque solo somos marionetas de un sistema que juega con nosotros. Piezas sin importancia de un guión que fue inventado por aquellos que manejan el poder y están ocultos en lugares remotos que ni si quiera podemos imaginar ni ver. Por eso la soledad es tan importante, porque es esa llave que abre la puerta a la verdadera realidad. Porque aunque no te lo creas, el mundo que ves y experimentas no es real. Es un juguete y tu una de sus piezas. Atrévete a estar solo. Esa es la llave. La soledad.