martes. 09.09.2025

Y se quedó en un susto. Pero, ¿Hasta cuándo?, por María Sainz de Baranda

La autora del artículo  reflexiona sobre el fuego que se originó a finales del mes de agosto entre Moncalvillo de la Sierra y Palacios de la Sierra, y considera que "no es momento del “tú más” y “yo todo bien”. Ya estamos hartos de ese juego que no busca solucionar los problemas del pueblo, solo beneficiarse y dejar a incapaces y enchufados en puestos de gran responsabilidad"

FOTO AUTORA
María Sainz de Baranda.
FOTO PAG 25
Incendio en la zona entre Moncalvillo y Palacios.

Pasadas las 10 de la noche, todos los chats de los teléfonos de la zona de Sierra y Pinares comenzaron con mensajes que alertaban a toda la población: se había declarado un incendio entre las localidades de Palacios y Moncalvillo. ¡Los pelos de punta! Menos mal que la rápida actuación de los bomberos de las localidades cercanas como Quintanar de la Sierra, Salas de los Infantes, Huerta del Rey o Burgos, la colaboración vecinal e incontables voluntarios (y seguro que dejo a muchos en el tintero, lo siento) que ayudaron a su extinción, todo quedó en un susto. ¡GRACIAS VALIENTES!

¿Hasta cuándo?

Días atrás, iniciando las vacaciones por el norte, por carreteras asturianas, nos saltó, a mi marido y a mí, una alarma en el móvil que nos advertía de la proximidad de incendios graves, cerca de Picos de Europa. El cielo, que debería de haber estado azul, se ocultaba detrás de una espesa cortina de humo que transformaba el sol en un fantasma rojo infernal. Pero eso no fue todo: a la vuelta, en Ourense y León, más de lo mismo. Esta vez se veían hidroaviones y helicópteros volar incansables para apagar el maldito fuego. La pena me invadió al pensar en esa situación de destrucción y desolación, donde familias y pueblos tuvieron que desalojarse, abandonar su vida y sus sueños por esas llamas que devoran todo a su paso. A eso, se añade la incapacidad de nuestros representantes, que están más preocupados por el rédito político y por sacar tajada de las cenizas, como buenas alimañas, que de hacer un mea culpa, ver dónde se ha fallado y aprender de los errores. No es momento del “tú más” y “yo todo bien”. Ya estamos hartos de ese juego que no busca solucionar los problemas del pueblo, solo beneficiarse y dejar a incapaces y enchufados en puestos de gran responsabilidad.

Están jugando con la vida, el futuro de las personas y de nuestros montes. Desde el entorno de la Sierra y Pinares, se lleva mucho tiempo alzando la voz en contra de ciertas decisiones políticas que se realizan en un despacho, por gente que conoce el monte por una postal colgada en un corcho. ¡No, señores, eso no es así! La falta de medios materiales para la prevención es flagrante:

-  Eliminación de puestos en las torres de vigilancia para sustituirlos por carísimos sistemas informáticos, que visto los visto, funcionan “muy bien”, valga la ironía.

- Reducción del personal en los cuerpos de bomberos, profesionales que están formados para este trabajo y sustituidos por gente que se busca a través de anuncios sin experiencia mínima ni titulación específica, en contratos de tres meses. Y eso, en Castilla y León, cuando ya se habían iniciado los devastadores incendios en León. ¡Ole!.

- Falta de coordinación entre las distintas administraciones en la extinción de los incendios. ¿En serio?.

- Medidas de conservación de los bosques decididas desde despachos, por “especialistas” que no distinguen un pino de verdad del que cuelgan como ambientador en un coche.

- Falta de limpieza de los montes, algo que siempre se había hecho por estos lares y que se sabe, con certeza, que funciona. Las llamadas limpias dejar que el ganado entre a pastar, para que, de manera natural, el monte siga vivo, en un sistema circular y sostenible.

Conservación de los cortafuegos, que hoy por hoy, parecen viveros de pinos de Navidad.

- Entresacar pinos del monte, para que está más sano y menos saturado. Y en mi humilde opinión, dejar la matarrasa para otras ocasiones. Visualmente, parecen calvas que señalan un bosque enfermo y en declive

. Y estos, entre otros.

En ocasiones, y pongan la oreja queridos dirigentes de carpeta y oficina, hay que escuchar a la gente que sabe de esto: los pueblos. Las decisiones de estos nuestros montes debería decidirse, no de arriba a abajo, sino desde las zonas rurales hacia las administraciones. A ver si aprenden que sale más caro un monte quemado que la prevención bien hecha. A no ser, que les interese ser un Ave Fénix, no que resurge, sino que se aprovecha de las cenizas.

Y se quedó en un susto. Pero, ¿Hasta cuándo?, por María Sainz de Baranda