sábado. 20.04.2024
M. José Del Campo Villar
M. José Del Campo Villar

María José del Campo Villar vino al mundo un 4 de septiembre de 1968 en el Hospital San Juan de Dios de Burgos, al igual que nueve de sus diez hermanos. “Somos once y salvo el mayor, que nació en el País Vasco, todos hemos sido alumbrados y bautizados aquí. De hecho, mi hermana, la tercera, un día antes de nacer”, asegura entre risas antes de explicar la anécdota: “Un hermano que era ya muy mayor le puso en la partida de bautismo el 27 de agosto, cuando no nació hasta el 28, y no lo quiso cambiar”.

“Antes estaba en planta, con pacientes de cuidados paliativos y larga estancia, pero surgió la oportunidad de bajar al gimnasio y aposté por un cambio”, explica una auxiliar de Enfermería que suma en la casa más de tres décadas de vida laboral, desde el año 2015 en un Servicio de Rehabilitación del que es coordinadora.

A esta trabajadora el mundo sanitario le viene de cuna: “Mis bisabuelos y mis abuelos, por parte de padre y madre, eran médicos”. Y su padre, el doctor Francisco Javier del Campo, pasaba consulta de Dermatología y Venereología –y operaba- los sábados por la mañana en San Juan de Dios. “Le solíamos acompañar”, pone de relieve. No en vano, conserva fotos con todos sus hermanos, prácticamente igual vestidos, en la antigua rampa de acceso al Hospital.

“Durante el resto de la semana, como médico rural, se dedicaba a atender a su cupo de pacientes, repartidos en doce pueblos”, señala María José para añadir, a renglón seguido, que “lo mismo atendía un parto que sacaba una muela”. “Hacía de todo”, indica sobre su progenitor. “He llegado a tener a mis dos padres ingresados en San Juan de Dios en una misma habitación”, recuerda. Y es que, estando hospitalizada su madre, que falleció con 69 años aquejada de una enfermedad rara, a su padre le dio un ictus. “Él murió en 2013”, según lamenta.

Para mí esto es mi hogar. He nacido aquí y he dado luz a mi primer hijo aquí”, indica sin olvidar que la mayoría de sus mejores amigas trabajan en San Juan de Dios. “No me imagino tener que empezar de cero en otro lugar. Esto es parte de mi vida”, confiesa una mujer que no oculta lo mal que lo ha pasado en los últimos tiempos. “Han sido dos años muy difíciles y llenos de incertidumbre. Nos veíamos en la calle”, según subraya. Ahora solo espera que el consejero de Sanidad, el burgalés Alejandro Vázquez, garantice la continuidad del Hospital e impulse un Servicio de Rehabilitación que puede hacer mucho por los pacientes con daño cerebral adquirido. “Me encantaría volver a ver esto a pleno rendimiento”, manifiesta una auxiliar de Enfermería para quien “ha sido muy especial trabajar aquí”.

“Una auténtica alegría”

“Cada nacimiento era una auténtica alegría”, afirma al echar la vista atrás en el tiempo. Además, la pequeña gran familia de la Orden a la que llegó siendo muy joven organizaba muchas jornadas de convivencia –como las celebradas en el Puerto de la Cruz de Tenerife en marzo de 1992- que ayudaban a estrechar lazos: “Aquí ha habido gente con una vocación sanjuandediana extraordinaria. Y solo tengo palabras de agradecimiento para los hermanos y el personal por un trato tan humano”, expone. A uno de ellos, su madre le pintó un óleo a partir de una estampa religiosa que le regaló: “En algún lugar de España hay un cuadro de mi madre, que firmaba como Tere Villar”.

María José del Campo: “Somos once hermanos y salvo el mayor, que nació en el País...