lunes. 29.04.2024
Elaboración del cocido para la comida popular.

Las tradiciones en los pueblos de la España Vaciada son un motor que ayuda a recuperar, al menos por un día, el gentío que ya no se acostumbra a ver ni escuchar. En Pinilla de los Barruecos, el sábado 2 de marzo celebraron la XIV fiesta de la matanza y las marzas. Durante la jornada, los asistentes pudieron disfrutar de comidas, cenas y cánticos, pero, sobre todo, de un ambiente cargado de familiaridad y alegría.

La mañana del sábado estaba previsto comenzar a las 11:00 horas con la elaboración, al aire libre, de los embutidos tradicionales de la matanza, la morcilla y el chorizo. Sin embargo, las condiciones meteorológicas no lo permitieron. La lluvia, la nieve y el característico frío de la zona se convirtieron en los antagonistas de la jornada. A pesar de ello, se hizo frente a estos tres factores y se continuó con el resto de actividades programadas. “La lluvia, mojará en la calle, pero aquí no. Tenemos un buen salón y unas escuelas estupendas para prepararlo todo de la mejor forma posible y conseguir que la gente disfrute”, aseguraba Rubén Mamolar, alcalde de la localidad.

La nieve no impidió que se llevaran a cabo las actividades programadas.

Mientras en el salón del ayuntamiento se organizaban las mesas con sus respectivas sillas para los 150 asistentes a la comida popular, en las escuelas se preparaba el menú del día. En lo que fue el antiguo aula de las niñas pinillenses, Fani Alonso junto a su hermana Itziar, y el resto de ayudantes, se encargaron de cocinar el plato estrella de la carta, el cocido castellano. Cambiaron la pizarra y la tiza por grandes ollas, espumaderas y lo más importante, los ingredientes necesarios para realizar este manjar. La oreja, las costillas o el tocino, entre otros, fueron los encargados de crear, junto a los garbanzos, un plato homenaje a la matanza. Lo que ahora es tradición y en su momento llenó tantas despensas.

Tras varias horas de trabajo y una gran colaboración por parte de los vecinos, llegó la hora de la verdad. A las 15:00 horas todos aquellos que se apuntaron a la comida pudieron probar el cocido y su veredicto fue el esperado, un plato de diez. A lo largo del día hubo reencuentros, risas, conversaciones sobre las vidas pasadas, las presentes y quien sabe si las futuras. Charlas con las que dieron las doce, hora de las marzas. Hombres y mujeres cantaron en la plaza mayor para dar la bienvenida a la primavera con las melodías más castizas.

Pinilla de los Barruecos reúne a sus vecinos para festejar dos tradiciones castellanas