jueves. 25.04.2024

¿Debemos temer la declaración de un espacio natural?

La declaración de Los Sabinares del Arlanza como espacio protegido no está exenta de preocupaciones.

El miedo es libre. Nos aterra cambiar de situación. Somos presas de nuestro propio pánico, cuando surge una propuesta nueva para la que, a priori, no estamos bien preparados.

La declaración de Los Sabinares del Arlanza como espacio protegido no está exenta de preocupaciones. Una de las principales es si va a poderse hacer uso y aprovechamiento del entorno como veníamos haciendo hasta ahora. Es la misma congoja asumida por vecinos de los pueblos de la zona de El Cañón de Río Lobos en los años ochenta del pasado siglo, o las áreas de Urbión a inicios de esta nueva centuria.

Y la experiencia nos ha venido a demostrar que no hay mayores limitaciones que las ya impuestas con vigentes  leyes y normativas.

La culpa de que monte y entorno se hayan convertido para nosotros en dos extraños no es toda de la declaración de espacios protegidos. Cierto es que los técnicos en medio ambiente de la Junta de Castilla y León están demasiado enclaustrados en sus despachos y ven la realidad rural desde una lejana ventana urbana. Pero, principalmente, ahora estas limitaciones las tenemos ya inoculadas desde la infancia. Nos hemos separado de tal manera de los montes que nos circundan, que desconocemos su propia dinámica.

Apenas sabemos de los nombres y parajes, no estamos puestos sobre sus recursos y, si nos salimos de los caminos, la aventura se nos va de las manos.

Difícilmente podemos acusar de coartar los usos de un espacio, si la mayoría de nosotros mismos no sabemos en qué consisten estos usos, y cómo podemos ponerlos en práctica.

Al margen de estas disquisiciones, difíciles de tratar en tan pocas líneas, yo

quiero hoy anteponer las posibilidades y ventajas que lleva consigo la declaración de un espacio natural. Hablo de proyección y turismo, algo que sin duda ha beneficiado a todos los ya avanzados.

Señalo a los beneficios para las áreas socioeconómicas implicadas en estos parques. Sólo conozco el caso del de Lagunas de Neila, que no está avanzando como sería exigible. El resto, están siendo proyectados como lugares y enclaves privilegiados.

Son áreas cuidadas, bien conservadas y destino de inversiones. Sin esta protección, sería unterritorio similar, con la misma limitación de usos y sin las consiguientes ventajas por la declaración.

¿Debemos temer la declaración de un espacio natural?