sábado. 20.04.2024
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Imágenes de Hacinas y de su entorno./Fotos: Mayka Ramos.

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“Estaba ya en Hacinas esa gente maldita mientras los castellanos están en Piedrahita” Así narra el monje poeta en el “Poema de Fernán Gonzalez” la leyenda de la batalla de Hacinas entre el conde castellano y Almanzor. En este pueblo ya no hay enemigos, todo lo contrario, vecinos amables y afables que reciben al visitante con los brazos abiertos.

Para llegar a la población cogemos la N-234 hasta el Km. 411. Nada más entrar en el pueblo ya se divisa en lo alto la peña del castillo y la torre de su iglesia. Nos dirigimos entre una calle larga y estrecha hacia a la plaza, donde aparcamos el coche junto al rollo jurisdiccional  que sobresale en la misma. Esta picota data de 1573 y mide alrededor de cuatro metros. Lo que llama la atención es que aún conserva la argolla donde se ataba y ajusticiaba al reo. En la misma plaza se encuentra el Museo del Árbol Fósil, y el ayuntamiento. De aquí sale la calle que nos conduce hacia el castillo y la iglesia.

La parroquia, situada en lo más alto, está consagrada a San Pedro, que ocupa con una gran estatua la portada barroca  del templo. La iglesia, con trazas de estilo gótico, data del siglo XVII, construida sobre otra anterior de estilo románico, conservándose unos capiteles y la pila bautismal de ella. Destaca la torre de estilo herreriano. Frente a ella la peña del Sagrado Corazón parece vigilar a todos los hacienenses.

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Desde la iglesia nos desplazamos a lo que llaman castillo, pues de sus restos solo quedan pequeños vestigios. Posiblemente data del siglo IX o X Desde su estratégica situación se contemplan unas vistas espectaculares, dignas de quedarse varios minutos con los ojos bien abiertos. En lo alto se conserva el aljibe que surtiría de agua a sus moradores, indicándome un vecino que supera los 20m de profundidad. Lo cubre un brocal de piedra cerrado por una reja y rematado por una veleta. También observamos varia tumbas antropomorfas escavadas en la roca. Al descender nos encontramos con “la cueva del moro”, un hueco producido por un árbol fósil de unos 8 metros y que según me cuentan servía de escondite en los juegos infantiles de los niños. Seguimos bajando y a mano derecha hay un recinto al que llaman “el baile”, un lugar adecuado para festivales y tradiciones como “La Curra” o el “Reinado”. Y si de tradiciones hablamos no podemos olvidarnos de “La Tarasca” en carnavales, un animal ancestral con mandíbulas y cabeza de burro que recorre las calles del pueblo asustando a los vecinos.

Hay más cosas que reseñar en este bonito pueblo pero el espacio me obliga a hablar de lo que he titulado este artículo, los árboles fósiles. Lo primero es resaltar que el flamante museo está cerrado para enfado de los visitantes. Es lamentable que un espacio como ese no esté a disposición de los turistas o curiosos que se acercan a la localidad. Por lo demás podemos disfrutar en plana calle de tres hermosos árboles petrificados, incluso posar junto a ellos en una foto para el recuerdo. En algunas puertas particulares los tienen de adorno los vecinos. Son árboles de hace 120 millones de años. En la placa de uno de ellos se puede leer: “Era Secundaria, periodo mesocretáceo, estrato albense, edad aproximada 120 millones de años. Lugar: Las Trisineras (Hacinas)». Este ejemplar estuvo enterrado en una roca arenisca y presenta en su corteza cristales de sílice.”

Mucho queda por ver en Hacinas, pero ya nos marchamos, no sin antes visitar la ermita de Santa Lucia, a las afueras del pueblo, junto a la carretera Nacional. La soledad que hoy tiene es el contrapunto del bullicio que se forma el día de la santa, cuando acuden de todos los pueblos de la comarca y los hacinenses que viven fuera del pueblo.

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TEXTO: Vicente Vivancos

FOTOS: Mayka Ramos

Un paseo por Hacinas: el pueblo de los árboles fósiles