¿Por qué no ayudan las ayudas al mundo rural?

No aprendemos. Hace más de una década el problema de las ayudas y subvenciones que se orientaban a proyectos que nacían, y se ejecutaban, en los pueblos, era de vox populi. 

 Había que tener muchas ganas de sacar una iniciativa adelante para no decaer en la desesperación por una excesiva burocracia, un incomprensivo planteamiento y una tardanza en la aportación de fondos que te trasladaban al más puro ‘Vuelva usted mañana’ de Larra.

Las últimas  experiencias en pueblos de la zona nos hacen alzar la voz de la incomprensión. Estamos tan mal acostumbrados a que legislen y organicen los pueblos desde despachos sin vistas a los ciudadanos, que toda exigencia nos abre un capítulo más de una ignorancia supina. Por metros cuadrados, por seguridad, exigencias urbanísticas y aportación de documentación a más de uno se han hinchado los mofletes y ha mandado a paseo al técnico de turno, a sabiendas que su proyecto iba a entrar en el limbo de lo que pudo ser y no fue.

Uno de los últimos casos lo hemos sufrido con motivo de la puesta en marcha de un establecimiento turístico en una población próxima a La Fuentona. Una familia de la zona, con  bebé a bordo, un proyecto ilusionante de alojamiento y restauración, lo dejan a la deriva por exigencias leoninas, que en algunos casos contradicen el objetivo del que se presume a la hora de  intentar atraer nuevos residentes en estos pueblos, que frene la despoblación y revierta el panorama desolador con el que desayunamos a diario.Al final, puede más el tesón que ponemos para dar un nuevo servicio con gran inversión, que el elenco de cortapisas impuestas para que salga adelante. Se abre, pero diezmadas sus posibilidades y con un reguero de exigencias a las que, en algunos casos, no se puede hacer frente.

Caso número dos: una residencia de mayores. Unos quince nuevos puestos de trabajo, instalaciones a estrenar, nuevo servicio en el municipio en la zona que evita el éxodo de personas, fortalecer el trabajo femenino. Ni una ayuda de la administración. Ni una solo ante una inversión económica considerable. A la A, no puedes optar; la B, no entra en estas obras; para la C no se alcanza el número de puestos de trabajo que se deben de contratar. ¿Cuál debería de ser la posición de un promotor práctico?; pues la de abandonar el sitio, y buscar el lugar donde tengan las ideas claras a la hora de querer poner en marcha nuevos servicios.

Caso número tres: un cebadero de pollos en continua inversión. Al que sólo se le han puesto pegas desde que comenzó un papel a rozar un despacho. Más queja ecologista, para que no falte de nada. Ya va por la segunda nave, pero todo por cuenta propia. Sin agua, sin luz, sin garantías de un acceso digno desde la carretera, a merced de lo que el promotor esté dispuesto a aguantar.

Algo está fallando cuando iniciativas fundamentales para el desarrollo de esta tierra, están siendo ninguneadas por la administración pública. Es vergonzoso que se les llene la boca a los políticos de líneas de apoyos, que están mal planteados, no llegan a destino y no cumplen compromisos. Así es imposible que desenrollemos la madeja de la falta de desarrollo.

Y encima están presumiendo que, gracias a ellos, el alojamiento rural está en marcha, los mayores son atendidos perfectamente en la residencia y de las naves salen pollos cebados tras meses de crianza. ¡Manda….¡