martes. 19.03.2024

La España ‘vacilada’ busca compromisos y plazos tras el histórico respaldo del Plan en el Congreso

Tras la votación en el Congreso de los Diputados del pasado 25 de junio, las plataformas de la España Vaciada daban saltos de alegría.

Por fin, después de años, había una posición favorable por parte de los grupos políticos  a entrar de lleno en la necesidad de solucionar el gran problema de la despoblación, y se materializaba con el apoyo al Plan Especial para la recuperación de la España Vaciada.

Si es verdad que no se recuerda en la historia reciente un apoyo tan explícito a la petición de un territorio que ha estado vacilado durante tiempo por administraciones y gobiernos, también es bien cierto que no es la primera vez que se adquiere un compromiso, y al poco tiempo cae en el olvido más miserable.

La falta de plazos concretos preocupa a quienes creemos que ya estamos fuera de plazo, y que cualquier acuerdo tiene que entrar en una veloz lanzadera en un momento en el que desde la Unión Europea se reparten fondos económicos que van a condicionar las medidas estructurales para próximas anualidades.

Preocupa también la dimensión que está cogiendo la denominada ‘España Vaciada’. La investigadora Pilar Burillo apuntaba en Castilla La Mancha que las medidas excepcionales no sólo debían afectar a tres provincias, sino que es una situación que se puede trasladar a 44 provincias del territorio español. El problema de la despoblación afecta a gran parte del territorio rural, pero no en todos los sitios tiene una casuística y falta de perspectiva como el que sufrimos Pinares y Arlanza, entre Soria y Burgos, y eso se ha de tener en cuenta de forma clara para no generalizar y banalizar una problemática tan agudizada.

No debemos pasar por alto la situación de crisis económica causada por la Covid-19 y la necesidad de atender a una sociedad que se ha quedado más desprotegida y desvalida. Ha habido una obligatoria rotación de las prioridades, focalizando la atención económica, política y social hacia sectores de la población que hasta unos meses no tenían necesidades tan apremiantes; lo que quiere decir que si hay para unos, no hay tanto para otros, o viceversa.

En definitiva, tras el 25J ha habido un avance importante. Se ha pasado de las palabras a la intención de los hechos, pero queda pendiente la ejecución de esas medidas, y comprobar su efectiva resolución en los pueblos. No nos basta con haber avanzado en la concienciación y, ahora, en la votación de posibles soluciones, pues han de resultar tangibles, efectivas y, ahora más que nunca, inminentes. De lo contrario, volveremos a estar en la parrilla de salida.

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