Tras el extraño ciclo navideño, un año por delante esperanzador e incierto

Hemos terminado el ciclo navideño más extraño de la historia reciente. Ha sido El ‘Sí pero no’. Queríamos juntarnos, pero no debíamos de saltarnos la normativa covid. Buscábamos alargar las horas de salida, pero no queríamos vulnerar el toque de queda. Ansiábamos felicitarnos, pero se hacía necesario mantener la distancia de seguridad. 
 
Han sido muchas las sensaciones extrañas para ‘no celebrar’ celebrando, y las preocupaciones por  avisos en la llegada de la tormenta denominada ‘tercera ola’.
Hemos visto mermada la ocupación de los restaurantes sin cenas, y con escasas comidas; los bares a medio gas; los comercios sin esas ventas navideñas que les hacían soportar buena parte de la carga impositiva del año; las calles semivacías,-parte por el miedo al contagio y parte por las bajas temperaturas que nos han acompañado en este periodo-, y, en definitiva, una tristeza invisible a la que ni siquiera hacía sombra la alegría forzada que pretendíamos lucir
Quiero mostrar el agradecimiento a la gran parte de los alcaldes, concejales, representantes de asociaciones y colectivos que han estado improvisando en este tiempo para intentar hacer más de lo que la situación permitía, aportando alegría con el montaje de belenes y la recepción de Los Reyes, buscando la solidaridad con cestas y rifas navideñas, y siendo los primeros en lamentar no poder ofertar más a los convecinos, obligados por la pandemia. 
Ahora miramos al verano como fin de trayecto. Estamos asimilando que viviremos unos meses complicados, de continua incertidumbre. Empezamos a atisbar que podemos encontrarnos ante un cambio de ciclo, un giro a costumbres indispensables. Nos sorprende con el pie cambiado, haciendo más casa y sofá, desconfiando más del vecino, y censurando en algunos casos su comportamiento libertino. El tiempo nos dirá si este giro se hace definitivo o se queda en anecdótico.
Y mientras aguantamos el temporal, nos desesperamos por la falta de ayudas económicas para compensar a lo más desfavorecido,- escasas y mal distribuidas-, que llegan tarde, y lo hacen de forma desigual, sin solucionar los problemas del pequeño emprendedor, prometiendo créditos que nos endeudan más, y soportando el chirriante soniquete de una consejera de Sanidad que grita: ¡todos al confinamiento en sus casas¡, sin salir, sin traer ingresos, algo que sólo aguantan los de su clase: privilegiados a quienes les cae el sueldo aunque caigan chuzos de punta.