domingo. 28.04.2024

Alzar la mirada hacia un porvenir eficiente

Según García Lorca, “el más terrible de los sentimientos es el sentimiento de tener la esperanza perdida”. Aún en mis edades tardías quiero levantar la mirada y el ánimo hacia otros horizontes de mayor ilusión en la repoblación rural. Nada es imposible.

Y alguna de nuestras experiencias así lo suscribe. En mi caso, creo haber contado esta historia, llevo en la mente una prueba inolvidable de actitudes y trabajo tallados en clave positiva. En mis primeros años de jubilación opté por un voluntariado para dar unas horas de clase a personas mayores que no sabían leer, o apenas tenían comprensión lectora. Habían tenido que trabajar en el campo, o de pastores u otras tareas en el pueblo, y las escuelas y maestros eran de escasa o nula presencia. Fue su ánimo positivo, y no otras prebendas, lo que motivó que, al cabo de un tiempo, no sólo aprendieran a leer sino que pudieran asistir a clases de Historia o de Literatura. Y de vez en cuando, nos tomábamos un café en un bar para celebrar nuestra unión y mutua ayuda. Nada mejor para suscribir unas relaciones sociales necesarias en el aprendizaje del vivir.

Dentro de la España Vacía, hay un partido político “Teruel existe” que ha presentado una proposición de ley a finales de enero en el Congreso de los Diputados para que se ayude a empresas que puedan considerarse un tejido de sostenibilidad de la economía rural. Esa ayuda incluida en la Ley de Economía Social, genera el apoyo necesario a los bares y servicios de hostelería para fomento de relaciones sociales y restauración en pueblos de menos doscientos habitantes. También creo, y es mi opinión repetida, que este apoyo es necesario para la venta ambulante del pan de cada día; de las camionetas de congelados, del supermercado ambulante de Roa u otros similares. Lamento que el partido político recurrente no sea de ámbito estatal, un PP o un PSOE, para que esta proposición de ley se ocupe del ámbito nacional y no quede embarrancada en unas respuestas de personas con escaso, o nulo, conocimiento de la vida rural. Y ya puestos, suscribo otras carencias sin saber cuáles son las autoridades políticas competentes que deben dar la solución. Me refiero a la población envejecida ubicada en esos entornos naturales donde se respira salud pero no se inhala ninguna ayuda social. La edad no perdona ciertas deficiencias de salud física y cognitiva. A esta singularidad bien conocida hay que dar una solución con una asistencia básica domiciliaria para cubrir las necesidades más perentorias. Ya lo tengo dicho: Estos trabajos asistenciales podrían ser una parte del “modus vivendi” de la población rural y las casas abrirían sus puertas.

Alzo la mirada porque deseo ver la copa del pino marcada en el cielo en su “pingada” en el paraje de La Cueva en Neila. Los mozos y mozas ensalzan la hermosa figura del pino dirigiendo al cielo nuestra plegaria: Queremos vivir y morir en el pueblo con una asistencia plausible en un entorno saludable y con apoyo social y sanitario. En este presente de la Pingada del Mayo, levantamos la mirada hacia una gloria rural al que le falta el altar. ¡Lo pondremos!

Guadalupe Fernández de la Cuesta

Alzar la mirada hacia un porvenir eficiente