He sabido coger setas, mículas, fresas, anavias y otros frutos hasta llenar el cesto. He disfrutado de meriendas y juegos en el monte y de lecturas de libros bajo las sombras alargadas. He percibido sonidos de arroyos y ramas como cantos de corales. Pero lo más importante de nuestra vida en el pueblo era la “Mata” que suponía tener una propiedad de ciertos árboles ya maduros concedidos tras la “Suerte de Pinos”. Cada vecino se ocupaba de buscar los que le había tocado. Estos estaban descritos con su ubicación orográfica muy certera. El dueño, al llegar al lugar, veía cada uno de los tallos al encuentro con la marca prevista de su identidad. Más adelante, con ayuda de otros compadres, se ocupaba de talarlos con el tronzador que manejaba con mucha destreza y hábiles comportamientos. Luego llegarían los tratos de su venta al maderero o gestor de confianza. Esa “Olla de Pinos” donde surgía la ayuda económica del vivir se ha cuidado con toda la capacidad de nuestros sentidos. Nuestra mirada oteaba el horizonte en los días de tormenta donde el cielo negro amenazaba con la descarga eléctrica de un rayo y podía provocar un incendio en el pinar. O lumbres hechas al albur. O cigarrillos sin apagar sueltos en el camino. Y más historias. Pero llega la gran sorpresa. El cuidado de los montes se va a realizar a través de unas Torres de Vigilancia de Incendios. Y observarán otras anomalías perjudiciales para el pinar. En Neila se erige una pequeña torreta circular en lo alto de Peña Aguda. Allí se atiende a las vicisitudes de un contorno extraordinario que abarca a otras latitudes distantes del pueblo. No puedo enumerar aquí los casos de avisos de incendios por no tener datos escritos. Pero se han abortado más de uno por una notificación previa que ha permitido apagar el amago de incendio con toda inmediatez.
Quedo muy sorprendida con una noticia que aparece en el Diario de Burgos: “El cierre de 14 torres contraincendios dejará a media provincia sin vigilantes”… “En el conjunto de la Comunidad, según la Asociación de Trabajadores de Incendios Forestales de Castilla León, se cerrarán 69 de las 168 Torres de control”… “Un aparato electrónico puede ser un buen complemento de trabajo que se realiza en los centros de mando… pero nunca podrá sustituir a una persona o dar un aviso instantáneo que permita apagarlo inmediatamente”. Mi denuncia la suscribo con estas palabras transcritas. Pero añado otro elemento más. Se trata de la tala de los pinos en la actualidad. Es indescriptible como pueden penetrar maquinaria pesada en el medio del pinar y talar al ras los pinos y plantas. Este trabajo deja el monte vacío de futuros bosques de pinos. Conocemos zonas mutiladas con este sarcástico medio de talar los árboles. Esto no lo ven ni sienten los aparatos electrónicos. Ni los operarios que miran las pantallas. Ni los políticos de turno. Eso sí: El monte queda preparado para que surjan los incendios.
Guadalupe Fernández de la Cuesta