Caen las horas soñolientas mientras en la tele vemos alguna serie, el tiempo y poco más. Arropamos con mantas el sueño, a veces rebelde, en los tiempos invernales y guardamos para el verano los descansos relajados. En el amanecer la helada tapiza de blanco lechoso cada brizna vegetal en las laderas del terreno con la minuciosidad de un orfebre.
Escribo este preámbulo otoñal lírico como anticipo de un tiempo aciago y de mal agüero en el campo de la política. Estamos desprovistos de los elementos protectores de tanta desmesura y falta de empatía. Me viene a la cabeza un relato oído en mis años adolescentes. Me decían que en cierta ocasión un señor de ciudad veía asombrado como en el pueblo un chavalín conducía a una vaca para que la cubriera el toro. ¿Eso no lo puede hacer tu padre? -preguntó escandalizado-. No señor –respondió el niño-. Eso lo tiene que hacer el toro. Respuesta contundente y clara. Eso es lo que esperamos de nuestros políticos. Nosotros hemos depositado a nuestra “Vaca de la Democracia” en un Gobierno y en una Oposición responsables para que nos la fecunden con proyectos de progreso y libertad. Difícilmente se pueden conseguir resultados positivos en una legislatura llena de crispación y acusaciones partidistas donde los grandes ausentes somos los ciudadanos. La danza destemplada que interpretan los políticos para defender sus propios intereses es un puro sarcasmo porque nosotros, los ciudadanos a los que se nos brinda la fiesta, estamos fuera del baile. Tengo la convicción de una carencia de sabiduría en algunos de nuestros representantes políticos cuando defienden cualquiera de sus prerrogativas. En primer lugar los que deciden acudir a la Política deben ser personas vocacionales muy cultas en los saberes de la Historia temporal y terrenal. Y también deben ser conocedores del mundo social, económico y empresarial. En segundo lugar deben ser humanistas y mostrar cariño a las personas, a todas, sean o no de de su ideología. Y olvidar los insultos u otras palabras soeces en las sesiones parlamentarias o a través de la información periodística. Y por último no deben emprender el camino al mundo de la Política aquellos individuos que sólo buscan su poder y el dinero. A veces, los políticos farsantes obtienen beneficios por las malas artes del birlar y esconder sus delitos en la comedía del buen hacer. Los ciudadanos necesitamos la defensa de todos nuestros derechos como una Sanidad y Educación pública rural, y unas Universidades a las que puedan acceder nuestros descendientes. Y llego a mi desmesura. Les invitaría a que el paisaje de la política se mude al paraje lírico de nuestra tierra y que contemplen el pinar bordado de nieve y de sol invernizo por entre los troncos y ramas de los árboles. Así entenderán que todas las personas necesitamos ropa de abrigo. Todas. Para no morir de frío. Y por fin, verán el horizonte.
Guadalupe Fernández de la Cuesta
