jueves. 25.04.2024

"Con humildad y amor trato de aportar luz en la vida de los demás"

Dicen que los recuerdos de un niño son un tesoro para toda la vida. Un lugar al que regresar viajando en el tiempo a través de la memoria del alma y del corazón. Y es que los recuerdos nos ayudan a entender el camino vital emprendido. Con sus aciertos, logros y conquistas y también con sus decepciones, tristezas y algunas derrotas. Belén García Pascual fue una niña feliz. Fue además afortunada, porque tuvo dos pueblos: San Leonardo de Yagüe y Santervás del Burgo, ambos en la preciosa provincia de Soria. “Me críe en el pueblo de mi madre con los abuelos Encarna y Jacinto. Eran gente humilde, de campo y de carácter castellano. Mi abuela materna siempre fue una referencia para mí. Era la mujer más buena del mundo. Recuerdo ir en el carro con ellos a arar, con el arado romano, y también tengo recuerdos de estar trillando en las eras y luego volver con el trillo en el carro. Cuando tenía tres años mi padre hizo el baño de la casa de mis abuelos en mi pueblo. Hasta entonces teníamos que bañarnos en un balde y hacer nuestras necesidades en la cuadra donde estaban los caballos. Mis abuelos son una gran referencia. Por eso quiero hacer algo con una casa familiar que hay en el pueblo por todo el esfuerzo que ellos hicieron para que seamos lo que somos ahora”, explica Belén. El gran escritor indio Tagore siempre decía que los árboles son los esfuerzos de la tierra para hablar con el cielo que escucha. Visión cercana y amable de la madre tierra como la gran Diosa que cuida y protege a los hombres.

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Belén García Pascual

Mi pasión por la naturaleza me viene de niña. Iba con mi padre al campo y reconozco que Félix Rodríguez de la Fuente y sus programas influyeron mucho en mi vida. Comencé así a tener más sensibilidad y a fijarme en las flores, en los detalles y en sus crecimientos. Todo me parecía interesante y me di cuenta de lo vulnerable que son las demás especies frente a la especie humana porque no somos nada sin ellas”, explica Belén. La historia del yoga se remonta a miles de años atrás en la India. Su origen está entre las páginas de unos textos sagrados llamados Vedas. La palabra yoga significa “unión del cuerpo, la mente y el alma”. Ya desde sus primeros pasos, sus practicantes pudieron comprobar los valiosos beneficios que tiene el yoga para su salud física, emocional y mental.

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Belén practicando Yoga en la zona de Costalago

“Comencé a practicar yoga en la Universidad. A nivel personal me ayudó a cambiar a mejor en la relación conmigo misma y con los demás. Me ayudó a darme cuenta de cómo actuaba, de lo que era, de lo que me servía y lo que no y poco a poco fui poniendo consciencia a todo. A la forma de relacionarme con los demás y a mis impulsos. Así, al final también me sirvió para gestionar con equilibrio mis emociones. Fui viendo que podía ser dueña de mis acciones y que podía elegir mi actitud ante las  circunstancias de la vida. Algo que te ayuda a cambiar en la dirección que tú quieres tomar”, explica Belén. Viajamos para descubrir nuevos horizontes siempre con maletas llenas de ilusión.

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Belén con niños en  una aldea cercana a Rishikesh en la India.

Viajamos para descubrir nuevos horizontes siempre con maletas llenas de ilusión. Viajamos para encontrar respuestas sencillas a preguntas complicadas. Viajamos para soñar, sentir, volar, amar y disfrutar de la vida en el momento presente. “Fue en 2011. Hice un viaje a la india de dos meses y medio. Estuve en Varanasi, Rishikesh, Agra, McLeod Gang y Dharamsala. Fue allí donde emigraron los refugiados que salieron de Tíbet tras la invasión de China. Al llegar allí nos contaron con interés su historia porque en occidente apenas se había hablado del conflicto. China destruyó sus templos y su cultura. Lo quemaron todo y asesinaron y torturaron a muchos tibetanos con palazos usando hierros. Ellos sin embargo no guardan rencor a nadie porque siguen la filosofía budista. En 2011 todavía tenían pinchados sus teléfonos y no podían decir palabras como Dalai Lama porque la vida de quienes seguían en el Tíbet corría peligro. Adultos, ancianos y niños huían del Tíbet a la India en sandalias por las montañas nevadas, de noche con luz mínima y sin linternas para que no les vieran a lo lejos y no les disparasen”, argumenta Belén.

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Escalando en Cádiz

Belén disfruta de la vida saboreando con toda la intensidad el presente. Entre sus aficiones está la montaña que suele recorrer también en invierno usando raquetas de nieve. Le gusta el esquí y le apasiona salir al campo para disfrutar de la naturaleza. “Me gusta mucho observar pájaros con los prismáticos o el telescopio. También son muy importantes para mí mis amigos de San Leonardo, los del pueblo y los de la universidad. Con mi amiga Lorena llegué a tener un grupo que se llamó primero “Enemigas Públicas” para ser después “Las Maravillosas”. Íbamos a ser famosas. Incluso hoy en día se pueden encontrar cosillas en Internet. También me gusta mucho la escalada. Sin embargo, hace dos años que no escalo por una lesión. Practico sobre todo escalada deportiva, que es con cuerda. En Covaleda hay una escuela de escalada deportiva y en otro lado también se hace boulder. Es uno de los mejores lugares de la comarca. Se sabe que todos los años un escalador francés viene y hace sus expediciones plasmando en sus reseñas zonas de bloque para poder escalar.

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Visita guiada en el Cañón del Río Lobos

También disfruto mucho tocando la guitarra, cantando, yendo en bici y a correr. Para mí tocar es una forma de gestión de emociones que me ayudó cuando todavía no conocía el yoga, matiza Belén. Belén estudió Ingeniería Técnica Forestal en Soria. Trabajó como educadora ambiental en el Cañón del Río Lobos en la casa del parque. “La experiencia fue genial. Fue ahí donde me di cuenta de que mi pasión era dar a conocer la naturaleza para concienciar y sensibilizar sobre el cuidado del planeta. También trabajé como becaria en incendios en la Junta de Castilla y León y ahora también trabajo en una torre de incendios cuatro meses de verano, algo que combino con mi proyecto personal, Amalur (Yoga & Nature). Doy clases de yoga en invierno en San Leonardo, el Burgo, en Berlanga, en Golmayo y en Soria. También doy clases de yoga para niños y familias y actividades medioambientales.

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Con su hermana Alba y a bisabuela Teodora

Entre ellas los “baños de bosque” en los que acompaño a las personas a conectar con la naturaleza, a percibirla a través de los sentidos y valorarla sintiéndonos parte de ella. Es una actividad que ya he impartido en San Leonardo de Yagüe. ASOPIVA, el grupo de Acción Local de la zona impartió unos cursos en los que participaron varios pueblos de la zona. Entre ellos Canicosa de la Sierra, Muriel, Palacios de la Sierra, Molinos de Duero Navaleno y también San Leonardo creando sendas y zonas de baños de bosque. Participamos personas de todo Pinares. También ofrezco salidas micológicas y visitas guiadas al Cañón del Río Lobos. Por último aquí quiero recordar a mi tía Mary que siempre ha cuidado de nosotros como si fuera una abuela. También a mi padre por su alegría, generosidad y porque tiene un carácter risueño y se lleva bien con todo el mundo. A mi madre por su bondad y a mi hermana que viaja y vive la vida con alegría y a su manera”, finaliza Belén.

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Con sus Padres y su hermana frente al Arco de Santa María en la ciudad de Burgos

 

"Con humildad y amor trato de aportar luz en la vida de los demás"