viernes. 19.04.2024
Los minirrelatos de Patty
Los minirrelatos de Patty

Raúl siempre había acompañado a sus padres en la caravana, montando la carpa aquí y allá, sobre todo en verano. Durante el invierno, pasaban más tiempo en el pueblo. Sus padres ayudaban en la pequeña tienda que tenían sus abuelos, pero cuando llegaba la temporada, viajaban por toda España montando su espectáculo de circo, y haciendo felices a miles de niños a lo largo y ancho de toda la geografía.

En muchas ocasiones, sus padres le hablaban de lo dura que era esa vida, el sacrificio que suponía viajar tanto, dejar a la familia lejos... pero él la adoraba. Le encantaba viajar, el ambiente de los pueblos, la alegría de la gente… Pero ahora su padre se empeñaba en que acabara el instituto, y empezara la universidad. Porque él podía aspirar a mucho más, y bla bla bla. Ya se sabía la cantinela.

Se matriculó en magisterio, pensando que podría ser divertido trabajar en un aula con tantos niños, o que incluso podría ser el maestro de todos los niños del circo. Y la verdad es que la carrera le gustaba, pero se sentía ahogado en aquellas cuatro paredes. De la universidad al piso y del piso que había alquilado de vuelta a clase. Sí, salía a divertirse con sus compañeros de vez en cuanto, pero se ahogaba. Se ahogaba en la ciudad.

Sin pensarlo mucho, un día de lluvia sacó la maleta y se presentó en la puerta de casa de sus padres, donde éstos ya preparaban el próximo viaje con la compañía. Su madre le dio un abrazo, pero su padre refunfuñó y se fue dando un portazo.

Ya habían pasado un par de semanas desde entonces. El día antes de partir con el circo, vio a su padre sentado limpiando unos zapatos. Se sentó a su lado, y le tendió una cerveza fresca. Su padre la agarró suspirando.

Aquel día llegaron a un acuerdo. Raúl terminaría la carrera en la universidad a distancia. Su padre le permitiría seguir acompañándoles como hasta ahora. Después decidiría. Ser maestro o continuar con la compañía sería decisión suya, pero al menos siempre tendría la opción de elegir, algo que su padre no había tenido.

El amanecer encontró a Raúl preparado con su maleta, pero también con sus libros. Porque aquella noche, que había pasado insomne había decidido no defraudar a su padre, pero también seguir siendo fiel a sí mismo.

Dos caminos