viernes. 19.04.2024

Vuelta al cole

“No había dudas de que había elegido la profesión más bonita del mundo”

Los-minirrelatos-de-Patty
Los minirrelatos de Patty
Imagínense… Veintipocos años, mi primer día de trabajo en un colegio, en una clase de niños de seis años. Casi lloro.
Estaba feliz por haber aprobado la oposición y haber entrado en la bolsa de interinos. Acababa de terminar los estudios, sin puntos por experiencia ni cursos, haber entrado en lista me hacía sentir orgullosa. Pero estaba aterrorizada también, esto era real, no eran las prácticas donde me había acompañado un tutor, donde habíamos trabajado en conjunto.
Ahora estaba en otra provincia, lejos de casa, y sola ante el peligro. Había decidido opositar porque me parecía lo más fácil una vez terminada la carrera. Seguir estudiando, y lograr ser interina y, al cabo de unos años, quién sabe, una plaza fija. Ya sabía que me tocaría viajar mucho, estar poco tiempo en diferentes sitios, cambiar constantemente… y que no sería fácil. Había tenido la suerte de estudiar en la ciudad donde vivía y sentía que tenía poca experiencia de la vida en general… 
Así que allí seguía yo petrificada en la puerta, saludando a todos de manera mecánica: estos veintiocho angelitos eran todos para mí… Y sus respectivos padres y madres también, aunque aquel día todavía no lo sabía. Los pequeños correteaban por la clase buscando su sitio, el curso estaba empezado y todos sabían dónde tenían que colocar sus mochilas, sus abrigos… La única que estaba desubicada era yo. ¿Por dónde iba a empezar? Tendría que presentarme un poco primero y hacer algún juego para conocer sus nombres… Esto lo habíamos practicado durante la universidad, ¿por qué no me acordaba de nada?
Algunos padres se presentaban y me deseaban suerte muy amablemente. Pasaron algunas compañeras por el pasillo que me saludaban y animaban, y acto seguido se reían viendo mi más que evidente falta de experiencia.
Por fin todos se acoplaron en sus sitios, cerré la puerta y me quedé mirándoles con una sonrisa un poco boba. Enseguida perdieron la timidez: “Hola profe”, “¿eres nueva?” “¿Cómo te llamas?” Y entonces fue cuando noté que me relajaba por fin, que estaba allí porque aquel era mi sitio… Sus caritas me miraban curiosas y se me escapó un suspiro de felicidad: estaba claro que había elegido la profesión más bonita del mundo.
 

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