jueves. 28.03.2024
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Si le das a un niño un cofre guardará sus recuerdos, sus sonrisas, sus anhelos, sus días de tormenta, sus tardes de sol y sus noches sin luz. Guardará celosamente su vida y le pondrá un candado para que nadie pueda perturbarla al llegar la eternidad. Inmacuada Gómez Cabezas todavía guarda la llave mágica de su infancia. En un lugar seguro y único dentro de los más recóndito de su alma. Sus padres Federico y Benita vivieron su infancia en la histórica localidad burgalesa de Hacinas. Por eso Inma pasó muchos veranos en el pueblo junto a sus abuelos Pablo y Claudia. Veranos de tardes interminables, de paseos infinitos y de juegos infantiles al abrigo de las tardes de sol. En Madrid, en el colegio, Inma fue siempre una niña aplicada. Sus padres le inculcaron el valor del esfuerzo y del sacrificio y la importancia que la educación tendría en su vida. “Leía todo lo que caía en mis manos. Mi pasión era aprender. Recuerdo que solía escribir citas literarias porque quería reflexionar sobre la vida. Era una niña diferente. Solía pensar sobre temas de mayores como la existencia, la muerte, la vida, el amor o la amistad. Me gustaba escuchar historias y también imaginarlas. También adoraba bailar. ¡Soñé tantas veces con ser bailarina! ¡Tantas veces! Y es no me gustaban las muñecas, ni la cocinitas ni las cosas de las niñas. A mi me molaban los puzles, los juegos de mesa y sobre todo el trivial, mi gran pasión!.

El escritor británico Quentin Crisp solía decir que los jóvenes siempre tuvieron el mismo problema: cómo ser rebeldes y conformarse al mismo tiempo. Y es que Inmaculada siempre fue una rebelde atada a sus circunstancias. Sus padres pensaron en ella y en su futuro profesional y le animaron a estudiar una carrera con futuro. Así fue como Inmaculada se licencio en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid. Después obtuvo un máster de práctica jurídica en Icade y superó la oposición de Enseñanza Secundaria. Ejerció durante cinco años. En aquella etapa daba clases de ocupación profesional con el INEM que despertaron en ella su vocación por enseñar. “Descubrí mi gran pasión por la enseñanza. Exige una enorme responsabilidad, pero me encanta. Me formo continuamente y preparo mucho mis clases. Mis alumnos reflexionan y eso me encanta. Soy un poco como el doctor John Keating del “Club de los Poetas Muertos”.

A los 17 años llega a su vida una tormenta narrativa que la coge sin paraguas. Siente que ha llegado el momento de desnudar su alma para que la acaricie el sol de la creatividad. Comienza redactando relatos cortos y poesía. Escribe sobre temas profundos y existenciales buscando enseñar gracias a las palabras bañadas de sensibilidad. “Recojo gran parte de mis poemas en mi libro Yo no quiero ser princesa. Al final todos tenemos las mismas necesidades, carencias, demonios e inseguridades. Y la felicidad es simplemente la capacidad que tenemos para gestionar todas esas cosas. Mi poesía es muy musical y tiene siempre un lenguaje directo y fácil de entender. Si me gustaría agradecer a Tomás Barrios la maravillosa oportunidad que me ha dado para participar en la Noche de Poesía de Salas de los Infantes. Me he sentido realmente amada y ha sido sin duda una de las experiencias más bonitas de mi vida”.

EN-RED-@DA es su primera novela. Habla de la necesidad de María, su protagonista, pro encontrar el amor a cualquier precio haciéndose dependiente de la aprobación masculina. “Creo que en vez de escribir un Louis Vuitton escribí un Zara. Los personajes son muy reales y la trama avanza por caminos complicados y por rincones que se van descubriendo. Las redes sociales son un alma de doble filo. Creo que no son buenas ni malas en si mismas siempre y cuando las usemos guardando un equilibrío. La novela está teniendo mucho éxito y se lo debo en gran parte a Flor Bercianos, una amiga inseparable que conocí en la Asociación de Mujeres Empresarias de Madrid. El azar hizo que le tocara mi libro en una subasta y desde entonces se ha convertido en mi hada madrina. Me ha ayudado muchísimo a promocionar y vender mi libro. Tengo claro que no hubiera llegado hasta aquí de no ser por ella.

La gran actriz estadounidense Bette Davis solía decir que la televisión es maravillosa. Y no sólo porque produce dolor de cabeza, sino porque además en su publicidad encontramos las pastillas que nos aliviarán. Y es que Inma llega a la televisión cuando trabajaba como abodada para un asociación de consumidores. “Fui un día, probé y le gusté a la cámara. Así es como empecé. Después coincidí con Mariló Montero. Solía ir invitada para hablar de temas relacionados con acoso de menores. Yo fui al final quién llamó a las televisiones para promocionar el libro. Y debo reconocer que esa exposición televisiva me ha ayudado mucho para darlo a conocer”.

Al final la vida es como una caja de bombones. No sabes realmente cuál te va a tocar. Por eso Inma cree que lo más inteligente es relativizar. Por eso muchas veces lo mejor es poner un folio en blanco encima de la mesa y escribir lo mejor y lo peor que te puede ocurrir. Y darle prioridad así a las cosas importantes de la vida. Además, esta escritora castellana adora la cultura oriental porque nos ofrece un maravilloso mensaje en torno a la muerte y a su aceptación por formar parte de la vida. Y es que el sufrimiento es parte de nuestras vidas. Y lo vivimos y aceptamos porque también nos enseña lecciones importantes de cómo debemos gestionar nuestras emociones. “El destino es caprichoso y se encarga de que conozcamos a otros en nuestro camino simplemente porque debemos crecer y aprender. Ahora mismo vivo en plenitud porque se que no le debo nada a nadie. Para mí las tres palabras mágicas son por favor, gracias y perdón. Además, soy una persona muy inconformista y siempre filtro mucho a la hora de seleccionar con quién me relaciono. No me gusta nada la gente superficial y adoro a aquellos que se toman en serio las cosas importantes de la vida. Estoy muy segura de que quiero seguir escribiendo, recitando y enseñando. Y es que ese es mi destino. También creo que por desgracia el amor no existe. Es sólo un concepto romántico maravilloso del Siglo XIX.

Si le preguntamos por un libro, el hereje de Miguel Delibes sería uno de sus favoritos. También siente predilección por Keith Follen, Neruda, Benedetii o Alessandro Barico. El cine no es su pasión, pero le encantan las películas históricas como Bravehearth o Bailando con Lobos. Su comida favorita es la tortilla de patata y el jamón de bellota, pero podría sobrevivir si todos los alimentos estuvieran en una pastilla. Y al preguntarle por un color, no duda. Es el azul, pero no cualquier tipo de azul, sino el azul más suave. “El mar y el cielo son azules. Y a mí es un color que me transmite inmensidad, grandeza, profundidad y sobre todo paz.

Al final la vida son sorbitos de felicidad. Para Inma, la soledad y sus hijas son sus grandes compañeras de viaje. Ella sólo quiere que nada cambie. Seguir escribiendo, recitando, enseñando, viviendo y disfrutando de lo realmente auténtico. Porque tal vez todo consista en cometer el peor de los pecados, querer ser feliz (Santa Teresa de Jesús)

"El poliamor es el gran nogocio de las redes sociales de contacto"