
Se trata de una de las celebraciones más icónicas de nuestra comarca. La romería celebrada cada 24 de agosto, día de San Bartolomé, junto a la ermita del mismo nombre, estos días se prepara para recibir un gran número de fieles atraídos por la coincidencia de la festividad con el sábado. Esta fiesta de San Bartolomé en la que se venera la imagen de la Virgen de la Salud es propia de la mencionada localidad de Ucero, pero también de las cercanas poblaciones de Herrera de Soria, así como Nafría, Valdeavellano y Rejas de Ucero. No obstante, hasta el paraje se acercan muchas otras personas provenientes de otros pueblos de la zona e incluso de otras provincias.
Durante el domingo 24 está prevista la celebración de un total de 3 misas y un rezo del rosario. La primera de éstas será a las 10 de la mañana, la segunda y principal será a las 12 y tras ésta partirá la procesión por las inmediaciones del templo.
Ya después de comer, a las 18:30 habrá una nueva eucaristía precedida por el rezo del rosario a modo de fin de la romería. La ermita de San Bartolomé es uno de los parajes más reconocibles de la Provincia de Soria y de Castilla y León tanto por su propia arquitectura como por el punto estratégico, enclavada en un paisaje natural esplendido frente a la Cueva Grande. A día de hoy, las cifras indican que es uno de los lugares más visitados de Castilla y León, con más de 150.000 personas visitando anualmente el parque Natural del Cañón, muchos de ellos atraídos por la ruta a pie
UN POCO DE HISTORIA
Desde tiempos inmemoriales la romería en la ermita de San Bartolomé, el 24 de agosto, era una cita ineludible para los vecinos, devotos de los pueblos de los alrededores y visitantes de la comarca o algún peregrino para cumplir la promesa que había hecho. Esta romería coincidía con la finalización de los tradicionales trabajos del verano y recogida de la era, por lo que tenía un significado especial. Llegado el día, andando o con caballerías, a modo de peregrinos, iba llegando una multitud, por y desde diferentes caminos desde primeras horas de la mañana.
Era lugar de encuentro con los conocidos de pueblos vecinos, compartiendo procesión, devoción, fiesta, baile y comida en la pradera, al tiempo que se aprovechaba para hacer algún negocio o los jóvenes para recordar encuentros interrumpidos desde el que se tuvo en la fiesta de algún pueblo. La música de gaitilla y tamboril sonaba por la pradera, acompañando la procesión de la Virgen de la Salud y amenizando la fiesta, el encuentro y el baile. Los puestos ambulantes que se colocaban, como en toda fiesta que se precie, con confites, almendras, peladillas, petardos, mistos, juguetes y entretenimientos varios, hacían las delicias de niños y mayores. Sin duda, un día de convivencia que cada año se reivindica como imprescindible.