Año Nuevo
Querido Año 2018: Una bonita cifra la de este año terminada en los dos dígitos de la adolescencia para obtener la mayoría de edad: dieciocho años.
Querido Año 2018: Una bonita cifra la de este año terminada en los dos dígitos de la adolescencia para obtener la mayoría de edad: dieciocho años.
En este otoño de sequía una raya divide las sombras profundas de los valles y las cumbres doradas que perforan un cielo azul intenso y transparente.
Queridos pueblos olvidados: Decía Miguel Delibes que el hombre está relacionado con la Naturaleza y no con los bloques de cemento de las ciudades.
Aún queda mucho por hacer aunque somos un país adelantado en la tolerancia con los “diferentes”. Nos importan las personas.
Estamos de moda. La vida rural se desangra desde hace mucho tiempo con un diagnóstico de extrema gravedad.
Conocemos por experiencia las connotaciones que arrastran estos dos sustantivos unidos en un solo sintagma nominal: Decir mujer pueblerina suena a provocación, a insulto, a desafío, a una risa fácil.
Últimamente se publica en los medios informativos como un hecho relevante el descubrimiento del vacío en la España rural.
Creo que todos hemos intentado entrar en este nuevo año con el pie derecho.
Me voy a permitir en esta ocasión que mis palabras construyan frases hiladas en primera persona.
La estación otoñal, desde siempre, me llena de melancolía y por entre los pinos percibo rumores de soledad.
Hoy no deseo otra opinión que el de reconocerme el deseo de ser una amiga de toda la gente de mi tierra en este viaje de la comunicación escrita.
“Que una cosa es predicar… y otra sembrar trigo”. “Menos hablar y más hacer”…
Me nació siendo niña un cariño especial hacia los animales que circundaban por mi casa, o por los entramados de las calles, o apacentando por los montes.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme,
Y mis antepasados. Y los antepasados de mis antepasados. Por generaciones.
Asentados en nuestras jubilaciones queremos encontrar un futuro para generaciones venideras en nuestras tierras siempre olvidadas.
Un muro de plomo cubre la sierra. Es mediodía y el sol no se resigna a ocultarse.
El hombre que acompaña a esta mujer de dieciocho años recoge en sus brazos diabólicos a la hija de ella y la arroja al exterior de la calle. Sin estrenar la vida.
Veo el paisaje ondulado que acaricia el cielo como un firme propósito de seguir cobijando la vida de los pueblos.
Guadalupe Fdez de la Cuesta.
Los preparativos de la Navidad se han perdido por entre los vericuetos de proclamas, discursos y programas festivos de los candidatos en televisión y radio.