Contamos la historia del vivir
Entramos en la primavera de forma inusual en el ambiente que nos rodea. Nuestro refranero deja anotado otro tipo de perturbaciones atmosféricas para este mes de marzo y el próximo mes de abril:
Entramos en la primavera de forma inusual en el ambiente que nos rodea. Nuestro refranero deja anotado otro tipo de perturbaciones atmosféricas para este mes de marzo y el próximo mes de abril:
Volviendo la memoria a tiempos lejanos, revivo a las personas ejerciendo sus tareas en el campo al lado de los animales.
Vivimos en un mundo saturado de palabras huecas de significado concreto. Las encontramos en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas…
Repito hasta el hartazgo que por mis venas circula savia de los pinos. Y que la mirada me lleva a las ramas que hilan bordados en el cielo y en el paisaje.Mi vida se ha tejido entre diferentes aventuras y tareas urdidas en el pinar.
Entre las varias acepciones que menciona la RAE para el significado de “puerta” figura la siguiente descripción: “Vía de acceso para entablar una pretensión u otra cosa”.
Existe una canción de Karina llamada “El baúl de los recuerdos” con mucho éxito cuando yo aún era joven, donde aborda con tono optimista la conveniencia de olvidar los sinsabores del pasado y otear el horizonte de la vida con las perspectivas positivas.
En las largas estaciones del otoño e invierno, el sol alarga las sombras y su semblante cobrizo de los ocasos cubre los tejados antes que la noche tiña de oscuro las tardes menguadas de luz.
La historia rural ha cambiado de pies a cabeza en una sola generación, la nuestra. La que hemos disfrutado y vivido la gente de mi edad. Había trabajo en el campo para llenar los atrojes de cereales.
He pasado mi vida profesional entre las paredes de escuelas donde enseñábamos a los niños las cuestiones básicas en el aprendizaje de la Lengua, Matemáticas, y otras áreas cognitivas.
Un parroquiano consume una de las incontables copas de vino que se ha metido entre pecho y espalda en el bar del pueblo. Apenas eleva sus ojos vidriosos para descubrir su propia soledad y vuelve a su trago
Almaceno recuerdos ilimitados tras una vida muy observadora del vuelo de las aves. Tradicionalmente era una imagen de alegría ver a muchas golondrinas volar en la entrada de la primavera surcando el cielo azul con un trazo gigantesco de ángulo agudo cuyo vértice abría el horizonte del viaje de su emigración.
Es fácil celebrar acontecimientos históricos centenarios y descubrir territorios con capas milenarias en sus estratos fosilizados.
Estamos en plena primavera y explosionan todos los colores que conmocionan nuestros sentimientos hacia los parajes que nos rodean con sus plantas, arbustos y árboles teñidos de diferentes pigmentos y su floración armónica y gratificante.
Ha transcurrido la Semana Santa en medio de un temporal nefasto para la celebración de los diferentes actos litúrgicos callejeros con procesiones engalanadas con ricos atavíos y acoplamientos humanos de encumbradas tradiciones.
Un sol venturoso rasga las sombras y dora las paredes de las casas en las primeras horas de la tarde en un tiempo no primaveral.
Gastamos las horas del presente en mercancía de futuro para cuando el tiempo cambie, o para cuando se mude cualquier otra circunstancia social o personal.
Pido perdón por este personal desahogo. Me pongo a teclear las letras en el ordenador tratando de encontrar las palabras adecuadas para escribir mi intenso dolor emocional tras el fallecimiento de mi marido, Jesús Almaraz.
“En un lugar de la Mancha, de cuyo nombre no quiero acordarme, no ha mucho tiempo que vivía un hidalgo de los de lanza en astillero, adarga antigua, rocín flaco y galgo corredor.
Tengo el hábito de observar el perfil montañoso lejano en los días rasos cuando el ocaso deja separados en una sola línea el cielo y la tierra sin otros matices.