Estamos viviendo una estación otoñal rara. Se han perdido los matices de los colores otoñales aunque en nuestra tierra por ser el lugar privilegiado donde el oxígeno emana hacia la atmósfera, algunos chopos y brezos visten su frondosidad de amarillo.
No soy experta en temas de psicología para opinar de problemas mentales. Sólo puedo hablar de la realidad vivida en el ámbito personal y social. Lo habitual es el acoso.
Se acabó el verano para la vida de los pueblos. La gente se va. Es como la salida de los rebaños trashumantes hacia la Extremadura dejando sus últimos balidos en el aire de los montes serranos
Veo las imágenes de los montes en llamas que elevan al cielo la destrucción de la vida en la Naturaleza y la de los pueblos aledaños en amplios territorios de nuestra España, sobre todo la “Vaciada”, y se me eriza la piel.
Desde la entrada del verano los pueblos de pinares dibujan en el paisaje un mapa variopinto de festejos con una vocación abstracta de airear el divertimento.
Unos ojos inmensos recién estrenados a la vida atrapan un alud de imágenes desde su cochecito de bebé: ajóoo, ajóoo… Ríete hijo, riéte, aggg, buhhh… Mira cómo carcajea mi niño. A su lado otra mirada idéntica bajo la capota de otro carrito acusa la llamada de mamá: Pues el mío ya dice pppaapáa. A ver hijo, llama a papá: Agg..puuuf ¿ves?...
Estamos viviendo momentos de tal incertidumbre que la felicidad debe aprovecharse en el momento que se presenta. Ahora tildamos de falta de honestidad y honradez a toda la clase política. Todos son corruptos.
He paseado por mi carretera de los recuerdos en una primavera exuberante bajo el sol mañanero. No se podrá plasmar en ningún cuadro los matices del verde reciente cubriendo hasta los más inhóspitos rincones oscuros y empedrados.
En el lenguaje coloquial decimos: “Anda, apaga y vámonos” cuando algo no funciona y no hay nada más que hacer porque la situación es absurda y carece de sentido seguir hablando ante la inútil esperanza de solución.
Entramos en la primavera de forma inusual en el ambiente que nos rodea. Nuestro refranero deja anotado otro tipo de perturbaciones atmosféricas para este mes de marzo y el próximo mes de abril:
Volviendo la memoria a tiempos lejanos, revivo a las personas ejerciendo sus tareas en el campo al lado de los animales.
Vivimos en un mundo saturado de palabras huecas de significado concreto. Las encontramos en los medios de comunicación, en las redes sociales, en las conversaciones cotidianas…
Repito hasta el hartazgo que por mis venas circula savia de los pinos. Y que la mirada me lleva a las ramas que hilan bordados en el cielo y en el paisaje.Mi vida se ha tejido entre diferentes aventuras y tareas urdidas en el pinar.
Entre las varias acepciones que menciona la RAE para el significado de “puerta” figura la siguiente descripción: “Vía de acceso para entablar una pretensión u otra cosa”.
Existe una canción de Karina llamada “El baúl de los recuerdos” con mucho éxito cuando yo aún era joven, donde aborda con tono optimista la conveniencia de olvidar los sinsabores del pasado y otear el horizonte de la vida con las perspectivas positivas.
En las largas estaciones del otoño e invierno, el sol alarga las sombras y su semblante cobrizo de los ocasos cubre los tejados antes que la noche tiña de oscuro las tardes menguadas de luz.
La historia rural ha cambiado de pies a cabeza en una sola generación, la nuestra. La que hemos disfrutado y vivido la gente de mi edad. Había trabajo en el campo para llenar los atrojes de cereales.
He pasado mi vida profesional entre las paredes de escuelas donde enseñábamos a los niños las cuestiones básicas en el aprendizaje de la Lengua, Matemáticas, y otras áreas cognitivas.
Un parroquiano consume una de las incontables copas de vino que se ha metido entre pecho y espalda en el bar del pueblo. Apenas eleva sus ojos vidriosos para descubrir su propia soledad y vuelve a su trago